miércoles, 18 de noviembre de 2015

La prueba de fuego.

Si estás leyendo esto y eres un futuro/a enfermero/a deberás saber que no será fácil. Que si te toca el turno de mañana las ojeras y las ganas de llegar a tu casa y comerte la despensa entera no te las va a quitar nadie. Pero el miedo y los nervios del primer día se pasan el primer día. 

Ojalá os toque una buena monitora, porque influye mucho en tu forma de ver la profesión (sobre todo el primer día) el que te guíen bien y traten de ayudarte lo máximo posible. Aún así, si os toca la típica enfermera (no nos engañemos, siempre la hay) que, por decirlo de alguna manera, es algo distante y no es muy participativa, no os desaniméis, los turnos rotan y según vayáis cogiendo soltura también os dejarán ir haciendo más cosas.


Empezar las prácticas es "la prueba de fuego". Los laboratorios con maniquíes son muy entretenidos y las clases teóricas sí, bueno, son muy interesantes y muy importantes para nuestra formación bla bla bla... pero dónde realmente sabes si te gusta la profesión es en las prácticas. 

En mi caso, mi primer día fue genial. No por el hecho de que pasara nada extraordinario ni porque mi enfermera fuera la mejor de las mejores (que no me quejo en absoluto, todo hay que decirlo) sino por el hecho de descubrir que realmente me gusta esta profesión. Siempre pensé que me costaría mucho el trato con los pacientes y que habría muchas cosas que me darían reparo, porque no todo es agradable, pero el saber que estás ayudando a las personas y ver que te lo agradecen no se puede explicar. Me siento realmente afortunada de poder vivir esta experiencia y espero que la gente que se encuentre en mi lugar se sienta como yo.


Soy una de esas muchas personas que entran en enfermería de rebote porque no les da la nota para entrar en medicina. Sin embargo, hoy puedo decir con total seguridad que no me arrepiento en absoluto de no haber entrado.