Dispuesta a sobrellevar mi penúltimo día de prácticas de la semana con una sonrisa constante en la cara, me puse a tomar las constantes (como siempre) pero con un pequeño inconveniente añadido. Normalmente al no ser una tarea cruenta, los pacientes suelen dejarse hacer, mas ese día me encontré con un señor, ya bastante mayor que el pobre ni hablaba, el cual ni quería ni me dejaba tomarle la tensión. Por más que lo intentaba convencer de palabra no era capaz. El señor no paraba de mover los brazos, y yo, en un intento desesperado, le agarré de la mano y noté cómo ya no intentaba zafarse de mi, cómo poco a poco dejaba de oponer resistencia. Entonces le di al botón de la máquina de la tensión (que ahora es todo así muy moderno y ya se hinchan los manguitos tan solo con darle a un botón) y esperé a que me diera los resultados. En ningún momento le solté la mano. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que había pasado, de que a veces una persona solo necesita alguien que le dé confianza, alguien que le preste su mano tranquilizadora, su presencia día tras día... Me gustó sentirme así, sentirme útil y también sentir que valgo para esto, que soy capaz de tranquilizar a alguien, porque lo único que me preocupa es hacerles la estancia hospitalaria lo más amena posible. También me gusta preguntarles todas las mañanas cuando llego que qué tal han dormido, pero preguntárselo a todos, tanto al paciente como al acompañante. Algunos se explayan más que otros, y el más avispado te devuelve la pregunta. "Yo dormí genial, fueron las mejores 4h que he dormido en toda la semana, y no, ya le digo antes de nada que no me pagan un centavo, pero al menos me gusta lo que hago", esto lo pienso, obviamente, no lo digo en alto.
Lo nuevo del día fue ver cómo se hacía un electrocardiograma (a pesar de que a la máquina le faltaban 2 o 3 teclas, pareció funcionar bien). Lo primero que se hace es colocar los electrodos en su correspondiente lugar y conectarlos. Se deja actuar a la máquina y de ahí a un momento sale el papel impreso con sus ondas P, T y el complejo QRS. Los electrodos según su ubicación pueden ser periféricos o precordiales:
- Periféricos: son 4 y se colocan en las extremidades del paciente con un color diferente cada uno.
- R: brazo derecho (evitando prominencias óseas, al igual los siguientes).
- L: brazo izquierdo.
- N: pierna derecha.
- F: pierna izquierda (electrodo neutro).
- Precordiales: son 6 y van colocados en la región precordial.
V1: en el 4º espacio intercostal, borde derecho del esternón.
V2: en el 4º espacio intercosta, borde izquierdo del esternón.
V3: en la mitad de la distancia entre V2 y V4.
V4: 5º espacio intercostal, línea medio-clavicular.
V5: en la misma línea horizontal que el electrodo V4, pero en la línea axilar anterior.
V6: en la misma línea horizontal que los V4 y V5, pero en la línea medio-axilar.
Y aquí os dejo un vídeo donde se puede ver dónde se colocarían más exactamente estos electrodos, tanto periféricos como precordiales:
Electrocardiograma VIP Enfermería