martes, 24 de noviembre de 2015

Malo, peor, pésimo

Los lunes son malos días. Todos estamos de acuerdo en que no deberían existir, y la vida sería mejor empezando la semana un martes.
A todo el mundo le cuesta ponerse en marcha a primera hora, sobre todo si tienes que madrugar (a estas alturas ya deberíais saber que madrugo mucho, y no me gusta nada). Pero cuando en tu trabajo manejas material punzante sobre personas vivas con sensibilidad entonces los lunes pasan a ser un grave problema de salud pública.
Cuando tienes que clavar agujas un lunes el sentido común te falla y los 45º ya no son 45º. Son un rango que abarca desde 10º hasta técnica de apuñalamiento, y al final ya no sabes si estás pinchando una vena, tejido subcutáneo o un peluche de Hello Kitty. Y si no que nos lo digan a nosotros.
A mí y a mis sufridas compañeras en la unidad de paliativos (ahora no puedo pasar sin la anécdota diaria), porque el viernes todo nos salió bien. Hoy no.
Es más, fue llegar y ver el libro de altas, ingresos y fallecimientos para saber que el fin de semana no fue bueno. La mitad de la unidad renovada. Adiós a mis pobres pacientes, a alguno no tuve ni tiempo de  conocerlo. Es triste si te paras a pensar en esas caras tristes que con solo una mirada ya te daban los buenos días y la energía para todo el día. Y que ahora ya no están. Es horrible.

Pero más horrible es lo que nos deparaba un paciente que sí pudimos conocer. Uno que de hecho ya llevaba un tiempo y al que curiosamente iban a dar el alta. Que encima que se va para su casa lo mandamos mutilado...
Esta es la pared después de pinchar a alguien sin haber dormido.

Cuando vas a quitar una vía un viernes la quitas sin problema, que hasta te preocupa la falta de sangre. Un lunes no, claro.

Allá nos disponíamos a quitársela todos felices con nuestras gasas y esparadrapo. Guantes los justos, que nos sobraba seguridad (ingenuos).
Ya para sacar ese maldito apósito sufrí más que corriendo para coger el autobús. Eso no se pega, eso se acopla a la piel con anclajes en los poros. En caso de desastre nuclear solo quedarán cucarachas y apósitos pegados a brazos humanos. Pero luego cuando quieres que te pegue no te pega...
Es triste que te vacile un trozo de plástico.

Una vez conseguimos despegar el apósito dejo paso a mí compañera, que al menos llevaba un guante (el otro se extravió en las labores de extirpación del apósito). Cuando al final quita la vía ambos nos quedamos observando fascinados lo que parece ser un hilo rojo que cuelga de la vía. Nuestra fascinación se rompe cuando descubrimos que el supuesto hilo es una fuente de sangre saliendo del brazo que empieza a mancharlo todo. Intentamos pararlo con gasas. Sigue chorreando. La familiar observa impasible desde detrás mientras intentamos hacer barrera con nuestros cuerpos para que no vea la maravilla artística que le estamos haciendo al paciente.

Mi compañera, con una calma fingida digna de Anatomía de Grey me dice "¿puedes ir a buscar a alguien?". Y yo imitando su calma sonrío a la familiar que observa la maniobra y salgo paseando relajado al pasillo. Luego corro, que también mola ponerse a correr por el pasillo de un hospital y que la gente piense que alguien se está muriendo.

Cuando consigo que una mente experta llegue, la familiar ya observa el desastre (imposible ocultarlo) y comenta preocupada "ay, que me lo vais a desangrar". Comentarios como este ayudan realmente a que tú te relajes mientras intentas hacer lo que tienes que hacer, claro. Sabes que no es verdad, que es una exageración brutal, pero bien podían guardárselo para ellos que a ti tampoco te hace gracia ver una fondue de sangre saliendo del pobre hombre que en menos de una hora se marcha para su casa.

Deja de sangrar y allí lo dejamos con su gasa limpia después de manchar 3 paquetes, y mientras volvemos resoplando por el pasillo la enfermera nos comenta "es que hoy todo tiene que salir mal".
Un mal día solo dura 16 horas. Las otras 8 las duermes.
Pero con calma, que siempre se tiene un día tonto en el que todo sale del revés. Hay que verle el lado positivo: un paciente se va de alta en coche particular, no en coche fúnebre. Eso es un éxito rotundo, o al menos así lo veo yo.
Acaba el día (más tarde de lo esperado) y queda la tarde para descansar y coger aire para seguir con la semana. Un día más es un día menos, veremos que nos depara el resto de la semana...