La vida no deja supervivientes. Todos vamos a morir.
Es una triste verdad que todos conocemos pero preferimos ignorar. A la mayoría de nosotros, sobre todo a los jóvenes es algo que no nos suele afectar en nuestro entorno. Y sin embargo ahí está.
Todo se vuelve un poco más real cuando tienes que hacer prácticas clínicas en la unidad de cuidados paliativos de un hospital. Todos sabemos lo que significa paliativo, pero para aquellos que lo ignoréis nuestra querida RAE lo define como:
"tratamiento o remedio que tiene como finalidad mitigar, suavizar o atenuar el dolor de un enfermo"
Hasta ahí todo bien, no? Mitigar el dolor de un enfermo es parte fundamental del trabajo de enfermería, sin embargo, los cuidados paliativos se aplican sobre todo a pacientes cuya enfermedad no responde a un tratamiento curativo y que amenaza la vida.
O dicho de otro modo un poco insensible, son pacientes que en no demasiado tiempo van a morir.
Vives con este estigma todos los días que pasan desde que sabes dónde hacer las prácticas hasta que la empiezas.
Tus conversaciones se basan en un:
- ¿Cuanto te queda para empezar las prácticas?
- Dos semanas.
- Y que, ¿ya sabes dónde te toca?
- Sí, en paliativos.
- Uf *resoplo*...
En ese momento la conversación adquiere un tono ligeramente gris - hasta el punto de que hasta el cielo se vuelve gris - y tú oyente ladea la cabeza y pone unos ojos tristes que te recuerdan a algo así:
Todo esto solo te hace pensar... ¿será peor que de lo que me imagino?
Respuesta: siempre es peor de lo que te imaginas, lo que va a marcar la diferencia es si vas a dejar que paliativos se apodere de ti o si tú te vas a a apoderar de paliativos.