Como supongo que imaginaréis el título es totalmente irónico, pero hoy os voy a seguir hablando de los tipos de pruebas que llevo realizados hasta ahora en mi planta. Ya os hablé un poco de las pruebas que de orina, y ahora os voy a explicar cómo se hacen y para que sirven los hemocultivos.
Este estudio se realiza cuando existe sospecha de una infección, conocida también como septicemia, que comienza con síntomas como episodios febriles, escalofríos, aceleración de la frecuencia cardíaca y respiratoria... Estos pueden avanzar hacia un shock séptico, provocando hipotermia, descenso de la presión arterial, confusión u otros cambios en el estado mental del paciente y anomalías en la coagulación de la sangre.
Con este estudio lo que haríamos sería comprobar si existen bacterias u otros microorganismos en la muestra de sangre, que confirmarían nuestras dudas de septicemia.
Cuando el paciente no tiene ninguna vía se debe realizar una extracción de sangre mediante una punción. Esta debe hacerse evitando que las bacterias que tenemos en la piel penetren en el interior arrastradas por la aguja, por eso es importante limpiar con un antiséptico la zona antes de realizar la punción.
Sin embargo en mi caso, al estar en planta, la mayoría de los pacientes toman algún medicamento por vía intravenosa y por lo tanto ya tienen una vía, que puede ser central o periférica (ya las explicaré), y la muestra de sangre puede ser tomada directamente de aquí.
Se recomienda hacer varios hemocultivos a lo largo de 24 horas para comprobar que realmente se trata de una infección y no de una contaminación de la muestra. El volumen que se suele sacar está sobre los 10 ml. Se coge con una jeringuilla y se introduce en los frascos, que son estos (por lo menos los que usé yo), uno con la tapa naranja y otro azul:
Es importante que todo el proceso sea lo más estéril posible, y que se manden las muestras cuanto antes al laboratorio, para así evitar lo máximo posible que se produzca una infección posterior a la extracción.