miércoles, 9 de diciembre de 2015

El trabajo y la experiencia

Cualquier experiencia en la vida te aporta algo. Y la mayoría de las veces es bueno, porque hasta de las malas experiencias se aprende.
Cada paciente que pasa por ti te enseña algo: que hay gente muy rara, pero inofensiva; que hay gente muy egoísta; gente muy resentida, que lo paga con el mundo; gente muy reservada; y muy buenas personas, por supuesto. 

Un trabajo como este te da la experiencia de tratar con todo tipo de personalidades. Aprendes que muchas veces es mejor dar la razón, porque no ganas nada discutiendo, aunque sepas que estás en lo cierto, o como alegrarle el día a alguien que lo está pasando mal... Son habilidades que un trabajo como este te otorga sin pedírselo.

Con el tiempo vas sabiendo cómo actuar ante cada uno. Cuando llevan bastante tiempo ingresados ya sabes cómo hacer para ponerte de acuerdo con ellos, y cuando son nuevos vas estudiándolos poco a poco a través de sus acciones para tener una idea de cómo van a actuar. Todo un auténtico trabajo de investigación, sí señor. 
Pero ante todo no se debe caer en la rutina. Con esto me refiero, por ejemplo, a que siempre hay el típico paciente pesado que se queja por todo, y lo normal es que te sature y termines por pasar de él. Pero por culpa de este tipo de pacientes, cuando alguno de los que nunca protestan se queja por un dolor, que es totalmente real, es tratado como si en realidad no lo tuviese. Como se suele decir "pagan justos por pecadores".

Hay de todo un poco, y esto también se aplica a los acompañantes, como no (en realidad esto que os digo de ser pesado y estar pidiendo cosas todo el rato, suele ser más manifestado por los acompañantes que por los propios pacientes, por ese afán de protección que tienen).

Conoces a gente feliz, y a gente desamparada. 
Es triste ver a personas que pierden la esperanza, o a personas que están enfadadas con la vida y lo pagan contigo. Entiendo que puedes no darte cuenta de tus actos cuando estás mal, pero hay gente que simplemente es así. Son ese tipo de gente que no valora que lo que tú haces por ellos es ayudarlos, o por lo menos eso intentas. No somos superhéroes, no les vamos a salvar la vida (bueno, a lo mejor sí, quién sabe), pero tratamos de hacerla lo más llevadera posible, y duele ver como hay personas que creen que quieres hacerles daño, o no lo sé. En realidad no entiendo el por qué de ese desprecio por el trabajo que hacemos. Supongo que es nos pasa muchas veces, que no sabemos valorar las cosas.