Uno de los mitos más populares que existen sobre los médicos es el de que escriben mal.
En un mundo avanzado como en el que (supuestamente) vivimos no deberíamos de seguir creyéndonos este tipo de mitos. Son antiguos, absurdos, y en algunos casos ofensivos.
Este es uno de esos casos. Es un mito falso, y sobre todo ofensivo para la gente que realmente escribe mal. Porque no es cierto que los médicos escriban mal.
Lo que hacen ya no entra dentro de la definición de escribir, se podría llamar garabatear o escritura jeroglífica. Un niño de 5 años escribe "mi mamá me mima" con una destreza que ya les gustaría a ellos. Su regalo ideal para navidades sería un lote de cuadernos rubio o santillana para escribir bien (ya tenéis la idea).
Ante la duda, morfina. |
Esto es muy curioso porque generalmente los estudiantes con los que hablas tienen una letra "relativamente" legible, así que te preguntas en que momento de sus carreras educativas pierden la coordinación cerebro-mano (probablemente en la celebración de su graduación) para acabar escribiendo las recetas chapuzas que tú te quedas horas intentando transcribir. Sin éxito, claro.
Al final te decides por coger el fármaco que más se aproxima a lo que hay dibujado en la receta, a ver si hay suerte.
Ante este grave problema de compenetración entre profesionales ha surgido un nuevo programa informático para realizar las prescripciones médicas. Pero mientras sea más complicado de entender el programa que las recetas tendremos que seguir mejorando nuestras habilidades en grafología para no confundir macrogol con midazolam y liarla bien liada.
Si tenéis 10 minutos en este puente os recomiendo este monólogo, que explica con una certeza asombrosa el proceso de escritura de las recetas: