miércoles, 9 de diciembre de 2015

Vuelve a casa por Navidad

Ya estamos en diciembre y poco a poco se van acercando ya las ansiadas vacaciones de Navidad. Después de 3 semanas de prácticas la llegada de unas vacaciones es algo más que apetecible.

La navidad es esa maravillosa época del año en la que las familias se reúnen y disfrutan juntas de unos días de felicidad, regalos, amor y muchas cosas bonitas más, según lo que he podido averiguar en una reciente investigación cinematográfica que he realizado.
Dejando de lado el cine americano, aquí sabemos que ha llegado la navidad porque cada vez hace más frío, aparecen los turrones y las luces de navidad y el esperado anuncio de la lotería sale a la luz. También sabemos que se acerca porque en la comida los entrantes se toman amaneciendo y para los postres ya hay "sol de tarde". Este año además se le suma una espléndida campaña electoral para darle más emoción a unas fiestas que no la necesitaban.

Entrando en el tema en cuestión, a pesar de que aquí no vivamos las navidades con ese entusiasmo y ese empalago norteamericano, sí que es bastante común que en estas fiestas te juntes con la familia después de algo o mucho tiempo, y a pesar del estrés y el agobio es algo que forma parte de nuestra rutina de todos los años. Las navidades están para pasarlas en compañía.


Sin embargo en el hospital esto no ocurre.
Si ya trabajando allí casi ni te enteras de que está llegando la navidad, cuando estás ingresado en un hospital pierdes totalmente la noción del paso de los días y los meses. Allí todos los días siguen la misma rutina, con un nivel de alegría más bien justo.

Puede ser que en unidades de pediatría o en oncología pediátrica tengan la humanidad de alegrar los pasillos y poner adornos y regalos para hacer a los niños más ameno el horror de estar ingresados en navidades. Es normal, ya bastante horrible es para un niño.

Inundación de navidad en paliativos.

Pero para los demás, sobre todo en una unidad de cuidados paliativos, pasar las navidades en un hospital no es agradable. Ni para los enfermos que están (más o menos) conscientes, ni para las familias.
Porque esos familiares que están acompañando a pacientes casi en coma están solos, no tienen ningún tipo de compañía, y hay muchos que vienen desde varios puntos de la provincia dejando allí al resto de sus familias.

Puede ser que mientras estén allí coincidan con otro familiar del tipo "abuelita visitadora" (de esta aún no os he hablado) y así se entretengan algo, pero a pesar de eso siguen estando solos. Y son los hijos, hermanos, cónyuges de personas que, nos guste o no, ya no van a estar ahí dentro de unas semanas.
Así que ante la llegada de las festividades navideñas cada vez que entras en una habitación, ves como se te acerca un familiar, tímido, receloso, esperanzado, que te dice así como quien no quiere la cosa... "Mira, y para cuando sería posible que volviese a casa...?".
Tú, con toda la humanidad que te cabe en el cuerpo les dices que en el estado en el que se encuentra el paciente difícilmente puede salir al pasillo, ya no digamos irse a casa.
Y cada día que pasa deseas que los pacientes mejoren para poder echarlos de allí y que se vayan a pasar la que puede ser su última navidad con sus familias.