sábado, 12 de diciembre de 2015

Pacientes e impacientes

Cuando estás en una unidad de cuidados paliativos ocurre algo curioso, y es que a pesar de estar en una unidad de hospitalización puedes marcharte un fin de semana (o un puente) y volver la semana siguiente encontrándote con que en casi todas las habitaciones hay pacientes nuevos.

Obviamente no te preguntas qué ha pasado con esos pacientes, ya te haces una idea aproximada, así que te dispones a ir conociendo a los nuevos.
Por lo general cuando hay ingresos conoces más a los familiares que a los pacientes, ya que estos suelen llegar ligeramente inconscientes, y lo único que puedes hacer es mirar para ellos y pensar "llegando así poco va a aguantar...".

Pero al cabo de unos días te sorprendes al ver que empiezan a mejorar y cuando van recuperando un poco de vida vas empezando a conocerlos. Algunos son gente realmente amable y simpática, que te agradecen todo lo que haces y siempre tienen una sonrisa para ti. Otros, bueno, no tanto...
A pesar de que cada paciente es un mundo y no he podido diferenciar una gran diversidad voy a hablaros de los tipos de pacientes con los que me he encontrado durante estas 3 semanas de prácticas.

  • El que está, pero no está: dentro de esta categoría se incluyen la mayoría de pacientes que hay en paliativos. Son los que están allí tumbados, casi sin moverse. Ya los reconoces por el número de habitación en el que están desde que tú llegaste. Nunca has escuchado ninguna palabra, al menos entera y en español, que haya salido de sus bocas. A pesar de ser los pacientes menos activos son los que más actividad exigen. Es sorprendente la capacidad que tiene alguno para absorber chutes de estupefacientes que dejarían en coma a un elefante. Y aunque hay días que parece que están fatal siguen aguantando con toda la fuerza que les queda. Son como esos abuelos que todas las navidades te dicen que esa va a ser su última y al final acabarán enterrándonos a todos...
  • El paciente, paciente: este tipo de paciente suele ingresar con un estado general bastante deteriorado, pero con el paso de los días va mejorando bastante. Son los que cuando pasas por la mañana te saludan, los que te vacilan, y con los que te diviertes. También son esos que siempre que pueden preguntan cuando podrán irse a casa, y tú casi que deseas que puedan irse, pero es muy, muy, muy difícil. El mejor momento es ese en el que finalmente le dan el alta, y tú vas a su habitación a despejarlos de todo lo que tienen enganchado o pinchado. Ahí sufres por si les haces una masacre y les obligas a quedarse allí más tiempo.

  • El paciente, impaciente: este es un grupo exclusivo de pacientes. No están inconscientes, pero en muchos momentos desearías que sí. A veces tú y tu mente perversa planeáis sedarlo para que deje de darte el coñazo. Es el paciente que empieza a pulsar el timbre como si no hubiese un mañana para decirte que los 10 litros de aire que le estás pasando por la mascarilla no le están llegando. Tú, precavido, lo compruebas y descubres que no solo sí le llega el oxígeno sino que tiene más concentración que tú, que tienes 50 años menos. Así que le dices que no se preocupe que no hay ningún problema. Pero te hace volver a la habitación, a ti y a 5 personas más con sus gritos, solo para decirte que sois una pandilla de incompetentes. Tú piensas como puede ser que una persona tan vulnerable tenga tanta fuerza para quejarse, así que sonríes y piensas que en vez de sedarlo vas a meterle un poco de cianuro potásico en el colacao de mañana.
  • El paciente doctor: le han diagnosticado una enfermedad, y para ponerse en situación se ha leído la Wikipedia. Todo perfecto, pero no se ha quedado ahí. También se ha visto enteras House y Anatomía de Grey, y entonces ahora se toma la libertad, no solo de comentar, sino de cuestionar todo lo que se le hace. Sugiere "amablemente" que deberíamos hacer lo que él propone porque ya sabe muy bien todo lo que le pasa y cómo solucionarlo y no necesita que nosotros aportemos ideas con nuestros conocimientos absurdos. Básicamente se ríe de lo que todo el personal ha estudiado y decide que leer 3 páginas de internet es más efectivo. Lo más rápido es darle la razón pero hacer lo que a ti te de la gana.

  • El paciente curioso: este no tuvo tiempo de leer la Wikipedia ni de ver la televisión después de que le diagnosticasen la enfermerdad, así que ahora se preocupa por conocer su estado de salud. Si tiene fiebre, lo quiere saber. Si no, también. Y cada vez que se le enchufa medicación quiere saber qué es y para qué sirve. Esto te pone en un aprieto a ti, que te cargan con bolsas de líquidos diversos y tú sin tener ni idea de qué son vas repartiendo por toda la planta. Cuando te preguntan qué le hace lo que le estás poniendo, tú tiras de genéricos y le sueltas un "esto es <<introducir el primer nombre que leas en la bolsa>>, que va bien 'pá todo', así en general".

Vamos de paseo

Aparte de estar en la consulta esperando, también está el momento de "visita a pacientes", y realmente es algo que agradeces. Porque estar allí abajo en la -1, mirando continuamente el reloj deseando que pasen las horas mientras no llega nadie, es desesperante. Y de repente llega la maravillosa hora en la que la enfermera se levanta, te mira y dice: "Venga, vamos a planta", y claramente te levantas corriendo, con los ojos iluminados y tropezando con todo (porque allí mucho espacio no hay).


Todo el mundo os saluda al pasar, y tú saludas y sonríes (en realidad la saludan a ella, y a ti por educación, pero tú te sigues sintiendo importante). Vamos directamente a las habitaciones indicadas (varían dependiendo de las personas que lo necesiten) sabiendo exactamente quién está en ella, en qué cama, y qué le ocurre y ocurrió durante su hospitalización. Por lo menos, ella lo sabe, tú lo miraste abajo en la consulta pero ya se te olvidó justo cuando ibais a visitar al 3º paciente y no sabías si llamarle Antonio, Fernando o Carmen, así que al entrar rezabas para que la enfermera no solo dijera un "Hola, ¿que tal todo?" y que mencionara en algún momento su nombre.

Luego está el curioso caso de los privilegios del hospital, hay gente con camisón y gente con pijama. Mientras estás visitando al recién operado, te pide que si le puedes dar un pijama, porque seguramente al día siguiente pueda levantarse y pasear y claro, con el camisón o eres un exhibicionista o no se puede. Entonces tú, con tu alma bondadosa y compasiva, te apiadas del pobre señor y se lo pides a una enfermera, pero no llegarás a descubrir si se le concedió ese privilegio hasta el siguiente día que vuelves, porque las visitas son más rápidas que las del médico.


También está el privilegio del soporte del suero, que eso ya no es ir subiendo en la escala de buen paciente del hospital, eso es la suerte que tengas. Uno chirría, a otro le falta un trozo de una rueda... y eso no lo sabes hasta que lo tienes que usar. Lo mejor de todo es cuando le preguntas a una enfermera si te lo puede cambiar, en ese momento hay diferentes respuestas emocionales, unas se ríen, otras ponen los ojos en blanco, otras se entristeces y luego están las que se enfadan; pero la respuesta será la misma: "lo siento pero no hay más que esos". Así va sobreviviendo la sanidad española.

Los médicos son amigos, no comida!


Una de las cosas en las que no me he centrado mucho pero que es indispensable para que podamos realizar nuestro trabajo son los médicos.

Mucha gente piensa que las enfermeras somos las "ayudantes" de los médicos, que ellos lo hacen todo, y nosotras solamente les pasamos el bisturí, les limpiamos el sudor... y poco más. Pero no es cierto, ni mucho menos. 
Tengo que admitir que me tendría que incluir en este grupo antes de entrar en la carrera de enfermería. Es una creencia popular muy extendida que hace que nuestro trabajo esté bastante desprestigiado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. No quiero comparar el trabajo de los médicos con el trabajo de la enfermería, porque sencillamente son trabajos diferentes que se ayudan mutuamente. Nosotras no podríamos trabajar sin la labor de los médicos, de la misma manera que los médicos no podrían trabajar sin nosotras. Pero no me quiero centrar en esto, sino en los momentos de la mañana en los que yo veo a los médicos.

En primer lugar, cuando pasan visita. Esto es, cada mañana los médicos van por todas las habitaciones para comprobar el estado de los pacientes personalmente, y estudian si necesitan realizar algún cambio en sus tratamientos, si les dan el alta...
El resto de la mañana no suelen estar en planta, sino que están en quirófano, en consulta... aunque a veces realizan pequeñas operaciones en la propia habitación del paciente, algunas de las cuales yo he podido acudir de espectadora.

Una de ellas es una punción lumbar (yo ya he visto dos). 
La punción lumbar se utiliza para obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo (LCR). Este líquido es transparente. Pero en una de las pruebas que presencié salió de un color amarillento, lo cual ya indicaba, antes de analizar la muestra, que algo no iba bien.

La prueba se realiza con el paciente en décubito lateral (para los no enfermeros: tumbado de lado) con las rodillas sobre el abdomen y la barbilla pegada al tórax para que las vértebras estén bien separadas, y se introduce una aguja (bastante larga la verdad) en la zona lumbar, más abajo de la médula espinal para no dañar ningún nervio, y se comprueba que está bien colocada con la salida de LCR.

La zona dónde se introducirá la aguja debe estar previamente limpia con un antiséptico para que la zona sea lo más estéril posible, y se suele poner un paño fenestrado también para proteger la zona lo máximo posible.


Una vez introducida la aguja debe medirse la presión del líquido cefalorraquídeo con un manómetro para comprobar que todo esté correcto.



Después de esto, se procedería a la extracción de LCR, que gotea desde la aguja a los tubos estériles:


Otra de las cosas que he podido comprobar en las dos intervenciones a las que he acudido, es que los niños y jóvenes en general tienen mayor resistencia al dolor que los adultos. Hay casos para todo obviamente, pero ya he visto esto en varias ocasiones diferentes.

Todo lo bueno se acaba

¡Al fin es viernes, chicos! El tan esperado día de la semana por todos los estudiantes e incluso por algunos trabajadores, aunque pensándolo bien, no es una alegría tan grata como hace unos meses, pues se aproximan a la par los exámenes...



Solo nos queda la siguiente semana y dos días más de prácticas, o sea, 7 días en total. Es algo que me alegra y me entristece a la vez. Me alegra porque aunque tenga que seguir levantándome temprano para estudiar, no será tan temprano como las 6:30, pero por otra parte me entristece porque es divertido, porque ahora pienso que sí, seguiré teniendo más prácticas, pero ya no serán en el mismo sitio, ni con las mismas enfermeras, ni con los mismos compañeros de prácticas, que después de pasar seis horas como mínimo diarias con ellos, les acabas cogiendo cariño, aparte de todas las experiencias que vives con ellos/as, sobretodo por mi parte, ya que era la primera vez que pisaba un hospital sin ser yo la paciente. Son historias que me llevo, pacientes a los que solo yo pondré cara, algunos de los cuales sé que no me olvidaré nunca y otros que supongo se me irán olvidando a lo largo de los años... Aquella primera gasometría en la habitación 219/2, la segunda en la 220/1, cosas que se me van a quedar marcadas. De todas las vías que saqué siempre recordaré aquella en la que casi un paciente se me desangra y yo con toda la calma del mundo poniendo gasas, una encima de otra, no podía mostrarme agitada o asustada porque igual entonces al señor en vez de darle el alta le daba un "patatús". Aprendes pequeñas cosas que no te enseñan en clase, como por qué a veces los sueros no gotean, en tal caso debes recurrir siempre a la primera opción que es comprobar que la vía esté  en sus sitio y si lo está, igual lo que debes hacer es limpiársela, con una jeringa de 5ml llenarla de suero y limpiar así la vía, ya verás que luego sí que gotea. 

Y lo mejor de todo es esa sensación de haberte sentido realizada por primera vez, o cuando un paciente te da las gracias por todo lo que haces, o hasta el punto de que un acompañante te diga esto de su padre (el que estaba ingresado): "debéis cuidarlo muy bien, que él ni marchar quiere". Son cosas bonitas, que gustan cuando las escuchas, que mi paga semanal son esas palabras de agradecimiento, a veces, incluso, de afecto.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Excursión a (des)preventiva

Hoy es uno de esos días en los que ya te despiertas con ganas de no hacer nada en todo el día. Y así serías feliz.
Porque un puente de 4 días no es suficiente y que la semana haya empezado un miércoles no significa que tú tengas que salir de casa a las tantas de la mañana con ganas de comerte el mundo.
Así que, cuando te dan la oportunidad de escoger un día para ir a preventiva, escoges uno en el que ya sabes que vas a dar gracias por no tener que ir a las 8 a las prácticas. Y escoges hoy.


Con casi una hora más de sueño nos dirigimos hacia la unidad de medicina preventiva. Si nunca has estado, es físicamente imposible que seas capaz de encontrarla. Puede que ellos tampoco quieran ser encontrados... quién sabe. La cuestión es que habitan un pasillo sellado por puertas que cualquiera confundiría con un "solo personal autorizado". También es cierto que vestidos con un pijama blanco ya se nos considera personal autorizado...


Ya nada más llegar nos explican que lo único que vamos a hacer hoy es sacarnos sangre, y ya cuando lleguen los resultados veremos si hay que vacunarse o si tenemos alguna divertida enfermedad escondida. Lo más curioso de todo es que el control vacunal se hace para las prácticas, pero los resultados de los análisis llegan el día que se acaban las prácticas. Sanidad pública, eficiente y de calidad. Eso siempre.


Así pues, una vez atendidos nos llevan a hacer las analíticas. Y claro, como somos de prácticas pues ya nos pinchamos entre nosotros. Ya he comentado anteriormente que yo y los pinchazos en vena no somos muy amigos, así que el tener que pincharnos entre nosotros no me pareció la idea del año precisamente.
Para mejorar el panorama tuve que pinchar a mi compañera, sí, la que se dejó las venas en su casa. Pero no en su casa de aquí. No. Las dejó en una casa que tiene allá por las antípodas.
Si no tuviese pulso probablemente pensarías que es un brazo de simulación para laboratorio. Pero había que pinchar, así que con un poco de palpación (y mucha imaginación) encontré una supuesta vena. La suerte quiso que esa supuesta vena fuese realmente una vena, porque el desastre podría haber sido épico (y tenemos camas libres en paliativos para este tipo de desastres).
Mi sistema nervioso decidió en ese momento llenarme de inspiración para que el sudor, los mareos y la triple visión no hiciesen acto de presencia, pudiendo así sacar sangre (de forma normal).
El problema vendría cuando me sacaron sangre a mí.


La gente se queja cuando tienen las venas muy profundas, o que no se les ven bien. Yo tengo un mapa callejero de Ciudad Venal Real en los brazos. Nadie parece hablar del problema que supone tener las venas superficiales. Es un trauma vivir así. Podéis tomároslo a broma pero con este problema subsistente en la población cualquier esquina de una mesa es potencialmente mortal.
Y cualquier aguja duele, mucho. El que solo hubiese que llenar dos tubos lo hizo menos angustioso, pero eso más que tubos parecían camiones cisterna... que lento pasa el tiempo cuando tienes un aguja dentro de ti. Que no hubiese que ir en ayunas también facilitó el que no me desmayase por un bajón de fuerza vital espontáneo, aunque espero que no analicen el colesterol, que mis desayunos son bien consistentes.
Ahora toca esperar por los resultados, que nunca se sabe quién se puede ir a las navidades con un VIH de regalo.

El mito del carro

Hoy tocó de novedad revisar el carro de paradas. ¿Que qué es eso?
El carro de paradas es esa carro de colores azul y gris, que siempre estuvo allí, en aquel pasillo del hospital donde yo realizo mis prácticas, pero que curiosamente hasta hoy no sabía que era eso. El carro de paradas tiene todo lo necesario para un situación de máximo estrés. Sí, ese momento en que una persona entra en paro cardiorrespiratorio, tú lo que tienes que hacer es salir al pasillo y gritar "el carro de paradas", y supongo (porque nunca lo vi y no es necesario tampoco) que mil personas del personal sanitario aparecerán como balas, perderán todo lo que llevaban en sus bolsillos por un intento desesperado de en carrera ser los más veloces en alcanzar el carro de paradas y empujarlo hasta la habitación que se corresponda. Sí, es un caso de vida a muerte, tanto por parte del paciente, como de las enfermeras y como de los familiares, que igual los atropellas con tal armatroste. Porque no vamos a fingir, las cosas se pueden hacer bien y lento, o rápido y mal. Y punto. Vale que existe una probabilidad del 5% de que algo sea rápido y eficaz, por eso nosotras nos esmeramos en llegar las primeras al carro si se da la situación. Sino ya ni querríamos ir. Pasa lo mismo cuando suena el timbre de una habitación, todo el mundo lo evita, todos se hacen los sordos, y sino ya nos mandan a nosotros, los de prácticas, ir a ver qué quieren en la habitación, que para eso estamos. Que aún si necesitaran algo realmente, pues vale, pero más de la mitad de las veces que llaman al timbre son o para chorradas o porque le dieron sin querer. O como esos momentos en que, mágicamente, no tienes nada que hacer, entonces tú, insegura, perdida, aburrida, cometes el mismo error día tras día... que es preguntar generalmente si alguna enfermera que anduviese por allí en ese momento necesita algo. Es como cuándo dices "hola, qué tal", pero tampoco te interesa que te cuenten su vida. En el momento que sueltas aquella frase de ofrecimiento estás perdida, empiezan a llover peticiones, tú les tiendes tu mano y ellas se reparten todo tu ser (y por supuesto todo tu tiempo).


Pero es lo que hay y espero que al menos lo tengan en cuenta luego con las calificaciones. Bromeo, hago todo lo que me mandan de buen gusto, aparte que siempre es preferible hacer algo a quedarse viendo por la ventana esperando a que el tiempo pase o, lo que es peor, ponerse a purgar sueros, que total siempre que terminas tus tareas lo acabas haciendo simplemente por no aburrirte, hasta que te salgan heridas en los dedos de tanto cerrar los sistemas... 

Bisturí y a lo loco

Por si aún no se os ha revuelto mucho el estómago, seguiré hablando de ostomías, que estos días es lo que toca. Pero tranquilos que no habrá muchas entradas más, ya que a pesar de ser un tema interesante (sí, después de una semana allí te acaba interesando y todo, que no es lo mismo que gustar) es un tanto repetitivo, así que me dará para una o un par de entradas más.


Resulta importante conocer también algún tipo de operación quirúrgica para entender un poco el porqué de la ostomía, así que hoy os introduciré en el mágico mundo de las operaciones (algunas si que parecen verdaderos milagros).

Lo más común en cuanto a las urostomías (o por lo menos la semana que estuve yo allí), son las ureteroileostomía tipo Bricker, que suelen llevarse a cabo después de una extracción de vejiga. Consisten en aislar primero un trozo de intestino delgado y limpiarlo, para luego unirlo a los uréteres, convirtiéndose así en la salida de la orina al exterior. Finalmente se reconstruye de nuevo el resto del intestino delgado para que siga realizando sus funciones.

Antes de comenzar a hablar de las demás intervenciones, hay que tener clara una cosa: si existe un tumor (o algo que se debe extirpar) en el recto o a menos de 4 cm de él, este órgano se debe extraer; sin embargo si supera los 4 cm de proximidad no es necesaria su extracción y puede volver a ser unido con e intestino grueso pasado el tiempo de recuperación.

Sabiendo eso, en primer lugar está la amputación abdominoperineal o intervención de Miles, consistente en la extirpación de la parte final del colon, del ano y del recto (de la que os hablaba antes). Por lo que el resultado será una colostomía permanente.


Luego tenemos la intervención de Hartmann, que es el procedimiento quirúrgico que elimina la sección afectada del intestino grueso cuando ésta supera los 4 cm de distancia al recto. El recto se conserva por lo tanto y puede volver a ser unido luego de un período suficiente de recuperación, por lo tanto se realiza una colostomía provisional.


Después viene la resección anterior baja de recto, que es parecida a la de Hartmann pero en ella sólo se extrae la parte dañada del recto, no del intestino grueso. Luego se suturan los extremos y se realiza una ileostomía, una abertura en el intestino delgado, en la parte en la que se une al grueso, para así dejar reposar y sanar bien a la parte recién unida y evitar futuras complicaciones. Es lo que se llama ileostomía provisional.
Finalmente, hablar de la colectomía total, en la cual se extirpa el intestino grueso completo. Como el recto permanece en el cuerpo, es posible unirlo al intestino delgado unos meses después de la operación. Mientras tanto lo que se realiza es una ileostomía provisional.


Existen más operaciones, técnica y demás que se realizan, pero no es mi intención que dejéis de leer el blog, así que creo que con estas es más que suficiente.

Las catacumbas del hospital

De todos es sabido que el hospital tiene sus plantas inferiores, y que en ella guarda los horrores, y no me refiero a las operaciones macabras y casi imposibles que se pueden realizar en los quirófanos, hablo de la consulta de ostomías. A medida que caminas por el pasillo en dirección a esa consulta, te cruzas con ancianos dementes que tiemblan y te miran raro (y es entonces cuando lees neurología en un cartel del techo, pero aún así no te relajas) y a cada paso que das, más frío hace (considerando que estás en la -1 y que alguien se ha dejado la puerta que da a la calle abierta, tan raro no es, pero te sigue dando igual). Finalmente llegas a la puerta, entras, te sientas, te dan el "libro guía", y se te quita el hambre.

¿Qué es una ostomía? Os estaréis preguntando, pues bien la definición mayoritaria que se encuentra en todos los sitios en los que busquéis, dice así:

"Una ostomía es una operación quirúrgica en la que se practica una abertura en la pared abdominal (llamada estoma en términos sanitarios) que dará salida a una víscera al exterior (tracto intestinal o uréteres)".

Existen 3 tipos de ostomías dependiendo de la parte en la que se realice el estoma: colostomía, ileostomía y urostomía. Como podemos deducir por sus nombres, las partes que se canalizan al exterior son el colon (intestino grueso), el íleon (parte del intestino delgado) y los uréteres, respectivamente.

Según el "Estudio Impacto" en España este tipo de cirugía, ya sea permanente o provisional (de más de 6 meses) tiene sus porcentajes según el tipo de ostomía que sea, siendo de 55% las colostomias, de 35% las ileostomías y de 10% las urostomías


Como digo anteriormente, pueden ser permanentes o provisionales, dependiendo del tipo de operación que se tenga que realizar. Así resumiendo, las permanentes suelen ser por la extracción completa del recto, mientras que las temporales son debidas a operaciones en el colon que deben curar bien antes de que el órgano pueda volver a funcionar. Del mismo modo ocurre con las urostomías, dependiendo de si se realiza la extracción completa de la vejiga o de si la realización es debido a una enfermedad, pero luego es posible que los órganos vuelvan a funcionar correctamente.

Más tomas de muestras

Y siguiendo con la temática, otra de las muchas pruebas que realizamos las enfermeras son la recogida de las muestras de heces y las muestras de exudado anorectal.
A día de hoy sólo he visto dos veces esta última.

La muestra de heces se toma del paciente para estudiar la presencia de elementos extraños que puedan evidenciar una patología. En el caso de pacientes autónomos pueden realizarla ellos mismos, y en pacientes dependientes se hará mediante el uso de una cuña.
El recipiente en el que se deposita la muestra suele tener un tapón-cuchara como estos:


Una vez obtenida la muestra se puede usar para los siguientes estudios:

  • Estudio bioquímico: es un análisis básico de las características generales de las heces: color, consistencia, pH, enzimas...
  • Sangre oculta en heces o prueba de guayacol: puede realizarse en el laboratorio o en ocasiones en la consulta del médico, permite detectar la presencia de sangre mezclada con las heces (hematoquecia) que no se ve a simple vista.
  • Sangre oculta en heces mediante el uso de reactivos desechables: se usan tiras reactivas que en contacto con las heces permiten detectar la presencia de sangre oculta. Puede realizarse en casa.
  • Microbiología, análisis microbiológico de las heces o Coprocultivo: en el laboratorio, mediante distintas técnicas se averigua si existe infección bacteriana de las heces y el tipo de germen que la provoca, así como determinar los diferentes antibióticos a los cuales este germen es sensible, mediante el llamado antibiograma.
  • Búsqueda de huevos y parásitos: también en el laboratorio, permite detectar la presencia de larvas y huevos en las heces e identificar al parásito.
  • Tinciones especiales
-Tinción con Sudán: permite detectar la presencia de grasa en las heces (que evidenciaría un proceso de malabsorción intestinal). 

-Tinción con azul de metileno o tinción de Wright: permite detectar la presencia de leucocitos polimorfonucleares en las heces (que podría indicar un proceso infeccioso bacteriano o una enfermedad inflamatoria intestinal).

Las muestras de exudado anorectal se obtienen con botes como estos:


La muestra se toma con el bastoncillo, intentando que el ano no esté demasiado sucio y después se introduce en el bote.

Este es una toma de exudado rectal, el exudado anorectal se realizaría más externamente.

Esta prueba se suele utilizar para detectar la presencia de microorganismos que indiquen infección.

El apasionante mundo de los hemocultivos

Como supongo que imaginaréis el título es totalmente irónico, pero hoy os voy a seguir hablando de los tipos de pruebas que llevo realizados hasta ahora en mi planta. Ya os hablé un poco de las pruebas que de orina, y ahora os voy a explicar cómo se hacen y para que sirven los hemocultivos.

Este estudio se realiza cuando existe sospecha de una infección, conocida también como septicemia, que comienza con síntomas como episodios febriles, escalofríos, aceleración de la frecuencia cardíaca y respiratoria... Estos pueden avanzar hacia un shock séptico, provocando hipotermia, descenso de la presión arterial, confusión u otros cambios en el estado mental del paciente y anomalías en la coagulación de la sangre.
Con este estudio lo que haríamos sería comprobar si existen bacterias u otros microorganismos en la muestra de sangre, que confirmarían nuestras dudas de septicemia.
 
Cuando el paciente no tiene ninguna vía se debe realizar una extracción de sangre mediante una punción. Esta debe hacerse evitando que las bacterias que tenemos en la piel penetren en el interior arrastradas por la aguja, por eso es importante limpiar con un antiséptico la zona antes de realizar la punción.
Sin embargo en mi caso, al estar en planta, la mayoría de los pacientes toman algún medicamento por vía intravenosa y por lo tanto ya tienen una vía, que puede ser central o periférica (ya las explicaré), y la muestra de sangre puede ser tomada directamente de aquí.

Se recomienda hacer varios hemocultivos a lo largo de 24 horas para comprobar que realmente se trata de una infección y no de una contaminación de la muestra. El volumen que se suele sacar está sobre los 10 ml. Se coge con una jeringuilla y se introduce en los frascos, que son estos (por lo menos los que usé yo), uno con la tapa naranja y otro azul:


Es importante que todo el proceso sea lo más estéril posible, y que se manden las muestras cuanto antes al laboratorio, para así evitar lo máximo posible que se produzca una infección posterior a la extracción.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Vuelve a casa por Navidad

Ya estamos en diciembre y poco a poco se van acercando ya las ansiadas vacaciones de Navidad. Después de 3 semanas de prácticas la llegada de unas vacaciones es algo más que apetecible.

La navidad es esa maravillosa época del año en la que las familias se reúnen y disfrutan juntas de unos días de felicidad, regalos, amor y muchas cosas bonitas más, según lo que he podido averiguar en una reciente investigación cinematográfica que he realizado.
Dejando de lado el cine americano, aquí sabemos que ha llegado la navidad porque cada vez hace más frío, aparecen los turrones y las luces de navidad y el esperado anuncio de la lotería sale a la luz. También sabemos que se acerca porque en la comida los entrantes se toman amaneciendo y para los postres ya hay "sol de tarde". Este año además se le suma una espléndida campaña electoral para darle más emoción a unas fiestas que no la necesitaban.

Entrando en el tema en cuestión, a pesar de que aquí no vivamos las navidades con ese entusiasmo y ese empalago norteamericano, sí que es bastante común que en estas fiestas te juntes con la familia después de algo o mucho tiempo, y a pesar del estrés y el agobio es algo que forma parte de nuestra rutina de todos los años. Las navidades están para pasarlas en compañía.


Sin embargo en el hospital esto no ocurre.
Si ya trabajando allí casi ni te enteras de que está llegando la navidad, cuando estás ingresado en un hospital pierdes totalmente la noción del paso de los días y los meses. Allí todos los días siguen la misma rutina, con un nivel de alegría más bien justo.

Puede ser que en unidades de pediatría o en oncología pediátrica tengan la humanidad de alegrar los pasillos y poner adornos y regalos para hacer a los niños más ameno el horror de estar ingresados en navidades. Es normal, ya bastante horrible es para un niño.

Inundación de navidad en paliativos.

Pero para los demás, sobre todo en una unidad de cuidados paliativos, pasar las navidades en un hospital no es agradable. Ni para los enfermos que están (más o menos) conscientes, ni para las familias.
Porque esos familiares que están acompañando a pacientes casi en coma están solos, no tienen ningún tipo de compañía, y hay muchos que vienen desde varios puntos de la provincia dejando allí al resto de sus familias.

Puede ser que mientras estén allí coincidan con otro familiar del tipo "abuelita visitadora" (de esta aún no os he hablado) y así se entretengan algo, pero a pesar de eso siguen estando solos. Y son los hijos, hermanos, cónyuges de personas que, nos guste o no, ya no van a estar ahí dentro de unas semanas.
Así que ante la llegada de las festividades navideñas cada vez que entras en una habitación, ves como se te acerca un familiar, tímido, receloso, esperanzado, que te dice así como quien no quiere la cosa... "Mira, y para cuando sería posible que volviese a casa...?".
Tú, con toda la humanidad que te cabe en el cuerpo les dices que en el estado en el que se encuentra el paciente difícilmente puede salir al pasillo, ya no digamos irse a casa.
Y cada día que pasa deseas que los pacientes mejoren para poder echarlos de allí y que se vayan a pasar la que puede ser su última navidad con sus familias.


Renovación de plantilla

Me encanta cuando llego al hospital y me renuevan toda la plantilla de pacientes que tenía. Solo me perduraron dos y uno de ellos se iba de alta hoy. Es lo que pasa cuando no pisas el hospital durante 4 días, que todo cambia. Nuevos pacientes, nuevos tratos, nuevas anécdotas. Aunque hoy no fue precisamente un día de anécdotas, más bien fue un día de curas. Todos estos pacientes que me vinieron nuevos vienen mazados, muy mazados. Úlceras por doquier. Uno de ellos tenía hasta tres. Otro nos enteramos más tarde de que tenía otra en la espalda... Las úlceras tomaron el control de nuestros pacientes y es en ese momento cuando te sientes desbordada, porque todos vienen a por ti a preguntarte cuándo les harás las curas. Tú sonríes y sueltas el típico "ya venimos ahora, eh". Digo el típico porque todos sabemos que cuando dices "ahora", ese ahora puede durar quince minutos, media hora, o más. Depende de cuántas úlceras nuevas vayas descubriendo por el camino antes de llegar a ese último paciente, que por casualidad es el más impaciente. 
Yo os explicaría cómo fuimos haciendo las curas, pero la verdad es que fueron tantas esta vez que no me acuerdo de ninguna. Algunas eran pequeñas, porque bien o ya se iban curando o iban creciendo, y otras algo más graves. El método de curación lo pauta el médico y luego las enfermeras lo aplicamos. Eso si es que el médico lo pauta, sino te lo inventas (te lo inventas obviamente con tus propios conocimientos que la experiencia en ese trabajo te ha regalado). 


Pero eso sí, tú veas lo que veas o pase lo que te pase en un hospital, siempre vas a pensar:





Rumbo a lo desconocido

Te levantas ilusionada, sabiendo que en estos momentos las enfermeras podrían irse tranquilamente a vagar por los pasillos del hospital, porque ya lo sabes hacer todo (prácticamente), y eres feliz porque ya no te sientes "la de prácticas", no, ya te sientes una enfermera más.

Ya de camino, te das cuenta que esta semana cambias de lugar, ya no sigues en trauma, sino que te cambian para otro lado, en este caso te marchas para ostomías, lo que hace que toda esa felicidad acumulada anteriormente se te escape como el calor que mantenías en el piso mientras vas caminando a las 7:30 de la mañana de un lunes mucho más frío de lo normal.


Para ser sincera, algo de ilusión sí que me hacía lo de cambiar y ver mundo hospitalario, pero cuando una está ya acomodada, sabe llegar perfectamente a la consulta y se lleva con las enfermeras de allí...volver a comenzar de nuevo se ve como una odisea. Además sobra decir que todo eso conlleva llegar a un lugar en el que no tienes ni la más remota idea de lo que se hace en él y, menos aún lo que tú harás en él.

Para terminar, decir que lo poco de entusiasmo que quedaba se esfuma cuando realmente entiendes lo que se hace en ostomías al leer los folletos que te dan para que te vayas acostumbrado a lo que vas a tener delante durante otra larga semana, antes de que te vuelvan a cambiar (que si en esta vida hay que ser optimistas, por lo menos vamos aprendiendo lo que es la vida de un enfermero que estudia para sacar las oposiciones y va de un lado a otro).


El trabajo y la experiencia

Cualquier experiencia en la vida te aporta algo. Y la mayoría de las veces es bueno, porque hasta de las malas experiencias se aprende.
Cada paciente que pasa por ti te enseña algo: que hay gente muy rara, pero inofensiva; que hay gente muy egoísta; gente muy resentida, que lo paga con el mundo; gente muy reservada; y muy buenas personas, por supuesto. 

Un trabajo como este te da la experiencia de tratar con todo tipo de personalidades. Aprendes que muchas veces es mejor dar la razón, porque no ganas nada discutiendo, aunque sepas que estás en lo cierto, o como alegrarle el día a alguien que lo está pasando mal... Son habilidades que un trabajo como este te otorga sin pedírselo.

Con el tiempo vas sabiendo cómo actuar ante cada uno. Cuando llevan bastante tiempo ingresados ya sabes cómo hacer para ponerte de acuerdo con ellos, y cuando son nuevos vas estudiándolos poco a poco a través de sus acciones para tener una idea de cómo van a actuar. Todo un auténtico trabajo de investigación, sí señor. 
Pero ante todo no se debe caer en la rutina. Con esto me refiero, por ejemplo, a que siempre hay el típico paciente pesado que se queja por todo, y lo normal es que te sature y termines por pasar de él. Pero por culpa de este tipo de pacientes, cuando alguno de los que nunca protestan se queja por un dolor, que es totalmente real, es tratado como si en realidad no lo tuviese. Como se suele decir "pagan justos por pecadores".

Hay de todo un poco, y esto también se aplica a los acompañantes, como no (en realidad esto que os digo de ser pesado y estar pidiendo cosas todo el rato, suele ser más manifestado por los acompañantes que por los propios pacientes, por ese afán de protección que tienen).

Conoces a gente feliz, y a gente desamparada. 
Es triste ver a personas que pierden la esperanza, o a personas que están enfadadas con la vida y lo pagan contigo. Entiendo que puedes no darte cuenta de tus actos cuando estás mal, pero hay gente que simplemente es así. Son ese tipo de gente que no valora que lo que tú haces por ellos es ayudarlos, o por lo menos eso intentas. No somos superhéroes, no les vamos a salvar la vida (bueno, a lo mejor sí, quién sabe), pero tratamos de hacerla lo más llevadera posible, y duele ver como hay personas que creen que quieres hacerles daño, o no lo sé. En realidad no entiendo el por qué de ese desprecio por el trabajo que hacemos. Supongo que es nos pasa muchas veces, que no sabemos valorar las cosas.


Mismo problema, distinta reflexión.

Parece que hoy no es un gran día, Esther no es la única que ha perdido un paciente. Por desgracia puedo incluirme en esta lista. 
En mi caso no fui a la habitación cuando el paciente ya había muerto sin estar avisada, sino que fuimos a ver por qué el paciente tenía obstruida la sonda, cuando nos dimos cuenta de que algo no marchaba bien. Se murió delante de mí, y pude ver como daba su último aliento. Totalmente literal. 

Mi enfermera me dejó un rato a solas con mi paciente mientras avisaba al médico. Fue poco tiempo, pero me sirvió para pensar en muchas cosas. No me planteé la muerte, porque era un paciente muy mayor, sino la vida. Pensé en que no somos nada. En que no somos nadie. 
Un día estamos y al siguiente no, y las pocas personas que nos recuerden al poco tiempo tampoco estarán. Qué es una de nuestras vidas al lado de toda la eternidad? Por qué nos importa tanto lo que nos pasa? Por qué lloramos, por qué sufrimos por pequeñas tonterías... si todo se acaba olvidando? Cuántas veces habremos jurado que sería el peor día de nuestras vidas, y luego ha pasado y no era para tanto... (¡Que mal lo pasé en Selectividad! Y ahora, aunque lo recuerde como un día malo, no me influye para nada en mi vida). Y cuántas veces habremos pensado que el amor de nuestras vidas nos había dejado, hasta que encontramos a alguien y nos damos cuenta de que habíamos estado sufriendo por alguien que no valía la pena? 

Todos los problemas son tan grandes cómo los queramos hacer, por eso creo que no deberían importarnos tanto las adversidades que nos encontremos, porque sean cuales sean, somos nosotros quienes decidimos cómo afrontarlas.
Vale, sí, me leéis y parezco un libro de autoayuda. No es mi intención, porque para poder dar un consejo hay que saber aplicárselo a uno mismo. Es tan sólo una reflexión. 
Nuestros actos deberían estar encaminados a que el poco tiempo que tenemos merezca la pena, en ser capaces de ser felices y hacer lo posible por conseguir que el resto de la gente haga lo mismo.

Cómo me enseñó una vez alguien que ya tampoco está: 

"Todo lo que somos es polvo en el viento".


Electrocardiogramas con sorpresas.

Os contaré esta anécdota pero con todos mis respetos, como siempre. 
El día transcurrió sin mayor complicación. Ya casi era la hora de marchar cuando la chica que está conmigo de prácticas me dijo si quería acompañarla a hacer un electro. Hasta ahí todo bien, ya os lo tengo contado en otras ocasiones, pero este electro no fue normal. Llegamos a la puerta de la habitación y se trataba de un aislado, por lo tanto nos protegimos adecuadamente. Entramos los tres de prácticas más la enfermera, yo solo obsevaba mientras ellos colocaban los electrodos. Me di cuenta entonces del tono de la piel del señor, aparte que estaba con los ojos cerrados, la boca abierta y ni se movía... Efectivamente, mis sospechas de que yacía muerto se confirmaron cuando el electrocardiograma tan solo era una línea recta. Yo entré allí, tan campante como si nada, sin saber que el señor ya estaba muerto, por lo que al salir, cuando ya llegamos al control  y los familiares del paciente no podían escucharme, le dije a la de prácticas que me había invitado a acompañarles: oye.. podías haber avisado y no me llevaba la sorpresa de que estuviese ya el señor muerto.



Sí, fue así, tal cual toda una sorpresa. 
Siempre es complicado ver cómo una cosa que siempre hace como "montañitas", en un momento dado como ese, no haga nada. Nada. Esas curvas se convierten en la más perfecta línea recta que puedas ver, y la única línea recta que es capaz de hacer que personas lloren o se conmuevan, o que te hagan pasarte media hora pensando miles de cuestiones filosóficas: si nacemos con algún propósito, si realmente merece la pena luchar tanto para acabar como todos sabemos que vamos a acabar, si habrá alguien a nuestro lado en el último tramo de nuestras vidas, y eso todo si es que llegamos a viejos. 
En parte, este trabajo me ha hecho replantearme muchas cuestiones de mi vida, de mi futuro, pero también de mi presente. Aprendes a valorar la salud, a valorar a otras personas y sobre todo, valorarte a ti mismo. Te das cuenta que la vida son realmente dos días, que no sabes dónde ni cómo estarás mañana, que lo que importa es el hoy, el presente, que tenían razón con el dichoso carpe diem: "aprovecha el momento". 

Saborear los buenos momentos, vivir más en calma y disfrutar siempre es ahora mi forma de vida, porque realmente no sé cuánto viviré, nadie lo sabe, pero lo que sí sé es que quiero pasármelo bien, quiero llegar a vieja y haber vivido realmente, no arrepentirme de no haber hecho tal cosa. Y disfrutar de tu trabajo creo que es una frase que pocas personas pueden decir. Por suerte, yo puedo.

martes, 8 de diciembre de 2015

Tipos de análisis de orina

Hola de nuevo!
En las siguientes entradas os hablaré un poco de los diferentes tipos de muestras que recogemos en enfermería y como se hace. 
En esta entrada en concreto os hablaré de la muestra de orina (por tener reciente el sondaje vesical).

En un paciente sin sonda el proceso es relativamente sencillo. Como se dice coloquialmente: "hay que mear en el botecito". Si se hace en planta se supone que estamos nosotras para supervisar un poco que el proceso sea lo más estéril posible, que la orina sea "fresca" y no esté contaminada.
En el caso de pacientes que tienen una sonda podría pensarse que se recoge la orina de la bolsa y listo, pero no. Como decíamos antes la muestra tiene que estar lo menos contaminada posible, y la orina de la bolsa puede llevar demasiado tiempo fuera del paciente. Así que lo que se hace es pinzar la sonda y esperar un rato. Cuando haya pasado tiempo suficiente se despinza la sonda y se deja que la orina que sale caiga directamente en el bote.


Una vez obtenida la orina, hay que mandarla al laboratorio con su petición correspondiente (algo parecido a esto):


Los diferentes tipos de análisis que se pueden hacer son los siguientes:
  • Urinoscopia: es cuando simplemente se observa la muestra de orina, su color, olor o turbidez. Normalmente una vez realizado esto, si se encuentra alguna anomalía, se manda a laboratorio para analizar cual es el problema.
  • Tira reactiva: no se manda a laboratorio sino que se hace reaccionar una pequeña muestra de orina con una tira reactiva, con diferentes elementos químicos, que muestra diferentes colores cuando hay presencia de ciertas sustancias que queremos detectar.
  • Sedimento de orina: en el laboratorio se somete a la muestra a un proceso de centrifugación separando lo líquido de lo sólido. Esto último es lo que se analiza con el microscopio y se detecta la presencia de elementos que podrían indicar una patología, como glóbulos rojos o glóbulos blancos, bilirrubina, etc.
  • Estudio bioquímico: analiza la orina para detectar sustancias que no deberían estar ahí, y que también indican patología.
  • Estudio microbiológico: se hace un cultivo de la orina para ver si existe una infección y que microorganismo la provoca.
Y esto es todo por hoy, amigos!

Un puente en pleno diciembre: ERROR.

Demasiado cerca de las navidades. Sólo te recuerda lo bien que se está sin hacer nada, pero al mismo tiempo sabes que sólo son 4 días. 
Horrible.

Como no sé muy bien de qué hablar y el otro día expliqué el sondaje nasogástrico, hoy voy a explicar el vesical.
Hasta el día de hoy sólo he visto una vez cómo ponían este tipo de sonda, a una mujer, y he puesto una, también a una mujer.
El proceso no es demasiado complicado. En la mujer tiene la dificultad de que puede costar un poco visualizar el agujero correcto, pero la uretra es corta. Y en el hombre que hay que tener en cuenta la curvatura del pene, y es una uretra más larga.

Esta técnica se supone que es una técnica aséptica, es decir, tienes que usar unos guantes estériles y tratar de que la sonda o el lubricante no toquen nada que no esté estéril.
En la mujer simplemente habría que visualizar el agujero correcto, introducir la sonda (no hace falta demasiado porque la uretra es corta), hinchar el balón y fijar la sonda a la pierna con esparadrapo para que no se mueva mucho.



En el caso del hombre no hay duda de por donde se tiene que introducir y se hay que levantar el pene cuando se llega a la curvatura que tiene.



Sin embargo, el problema que todos nos planteamos realmente y el que más nos preocupa es "Dios mío Jesús, que vergüenza". Y no es que te dé vergüenza por ti, sino porque te imaginas en el lugar del paciente, lo incómodo que tiene que ser que haya varias personas mirando tus bajos (porque claro, si lo hace la enfermera que va contigo, tú estás ahí al lado observando todo al detalle; y si la que lo hace eres tú, la enfermera va a estar mirándote aún con más detalle para ver que lo haces bien). Y claro, tú miras al paciente como:


Y él os mira a la enfermera y a ti como:



Y te das cuenta de que no tienes ni idea de por dónde empezar, porque lo que estás viendo no se parece en nada a los maniquíes de la facultad. 
Ánimo con ello, chicos!

lunes, 7 de diciembre de 2015

Más variedad que en el primark

Hay férulas de todos los tipos y para diferentes funciones. Para piernas, para brazos, para los dedos, para el escafoides (hueso de la mano que más comúnmente se fractura)...


Como esto no es para ser unos expertos en la materia, solamente os citaré algunas (en este caso férulas de yeso), las más básicas y utilizadas, que aún son unas cuantas.

En las piernas se utilizan la suropédica, que es la que va desde los dedos del pie (la cabeza de los metatarsianos) hasta debajo de la rodilla, y la isquiopédica, que es igual a la anterior pero un poco más larga, llegando hasta la ingle. En ambas el tobillo debe permanecer a 90º y, a mayores, en la isquiopédica se debe doblar la rodilla unos 15º (a no ser en roturas de rótula, en las cuales debe permanecer estirada).

Suropédica

Isquiopédica

Para el brazo, sin incluir en la férula los dedos, tenemos la palmar (o anterior) y la dorsal (o posterior), que abarcan la región del antebrazo. Ambas se realizan desde debajo de la articulación del codo, hasta los dedos, dejando sus articulaciones libres,, y la muñeca debe permanecer en flexión dorsal unos 30º. Un poco más grande es la braquio-antebraquial, la cual sube a mayores hasta el extremo superior del brazo, y debe mantenerse aparte de la dorso-flexión de la muñeca (igual que en las anteriores) una flexión del codo en 90º.
   
Palmar

Braquio-antebraquial

Incluyendo los dedos dentro de las férulas, tenemos la férula dorsal incluyendo el I dedo, que, su propio nombre indica, es igual a una dorsal, pero con el I dedo (pulgar) inmovilizado también. También está la cubital incluyendo IV y V dedo, la cual también es igual a la dorsal pero por la cara cubital del brazo e incluyendo el dedo anular y meñique y poniendo esta articulación metacarpofalángica en 45º. Finalmente halar también de la férula en intrínseco plus, que es la incluye todos los dedos menos el pulgar, y los mantiene en una flexión de 90º.

Dorsal incluyendo I dedo

En intrínseco plus