sábado, 19 de diciembre de 2015

Últimos días ajetreados...

Como no me apetece nada seguir hablando de enfermedades y operaciones, os voy a hablar directamente de mi rutina estos últimos días de prácticas. En realidad la mayoría de las personas no acaban sus prácticas este viernes, sino el martes, pero nos dejan dos días en los que podemos faltar sin justificación alguna y yo elegí el lunes y el martes. 

En mis últimos días no he parado ni un momento, de hecho han sido los días que más tarde hemos salido. Como dije en la anterior entrada, parecía como si los pacientes se hubiesen dado cuenta de que nos queríamos marchar y no nos quisieran dejar.
Para empezar, pasé de tener cinco camas vacías a tener aforo completo de habitaciones. Esto ya no nos supone un problema porque pasamos controles como aquellos camareros que llevan tres platos en cada brazo yendo en patines: somos auténticas expertas. Y mientras pones el tensiómetro a un paciente, uno de los termómetros ya está puesto en el otro. Y mientras esperas a que el tensiómetro acabe con el segundo paciente estás anotando la temperatura y preguntándole si ha hecho de vientre al primero.



Lo sé, parece demasiado complejo para los que seáis inexpertos, pero todo es cuestión de práctica, amigos. Pues bien, mientras nosotras hacemos esto, nuestra enfermera va preparando la medicación y nos la encontramos a mitad de camino. Sin embargo, esta semana ha habido un par de veces en las que he acabado tan rápido que mi enfermera casi no había empezado ni a repartir la medicación.

El último día faltó una de mis compañeras, y tuvimos que pasar también sus controles y ayudar a su enfermera cuando nos lo pidió para quitar vías, hacer curas, cambiar sueros... Casi estuve más con esa enfermera que con la mía. Después pasamos toda la mañana de arriba para abajo, preparando la medicación de las 12, y haciendo todos los cuidados de nuestros pacientes. 

El motivo por el cual salimos tan tarde estos dos últimos días es porque a una de mis pacientes, llegadas las dos de la tarde, comienzan a darles ataques de ansiedad. Como es una paciente operada de un problema cerebral todavía no es del todo consciente de lo que hace o dice a veces, y en sus ataques se dirige a personas que no están en la habitación. 
Estuve más de media hora intentando que se calmara. En realidad yo no tendría porqué estar con ella tanto tiempo, mi enfermera ya se había ido después de darle medicación para que se tranquilizara, pero yo me sentí en la obligación de quedarme un rato más.
En el momento no lo pensé demasiado bien y creo que no debería haberme quedado, porque la verdad es que yo no pintaba nada allí, y lo único que hacíamos era poner más nerviosa a la paciente. Además, el hecho de quedarme tanto tiempo creo que hizo pensar a los acompañantes que era mi deber, cuando no era así, porque simplemente estaba ahí porque quería. En ese momento no tenía nada más que hacer, pero si fuese enfermera no podría haberme quedado tanto tiempo.
Esto sólo es una anécdota más. Experiencias que te van enseñando cosas nuevas y cómo actuar en cada momento. Esto pasa con todo, cuando te mandan hacer cualquier cosa: la primera vez no sabes qué hacer, y seguramente la segunda también andes algo perdida. Pero las siguientes ya no tendrán ni que acompañarte cuando vayas a hacerlo. 

Si algo he aprendido de estas primeras prácticas es que no sabes hacer nada, hasta que lo haces tú mismo, de nada sirve aprender la teoría si no la llevas a la práctica, y he aprendido más en este mes sobre este oficio que en todo el año pasado.

Vida o muerte

Algo evidente en una unidad de cuidados paliativos es que tarde o temprano casi todos los pacientes terminan muriendo. Puede que no allí, puede que no en un mes, pero mueren.
Si están allí es porque padecen algún tipo de enfermedad que irreversiblemente les va a llevar a la muerte. Es triste, es desconsolador, pero es así.
Muchas veces te deprimes pensando en que el azar puede hacer que tus familiares, tus amigos o tú mismo acabes así. Pero la mañana es demasiado corta como pararse a pensar en esas cosas, así que lo dejas y sigues con lo tuyo.

A pesar de que sabes que los pacientes pueden morir en cualquier momento hay determinados signos que te indican que se acerca el momento. Durante su enfermedad sufren innumerables signos y síntomas, pero hay 3 específicamente que cuando aparecen juntos, simultáneamente, son indicativo de lo que a mí me gusta llamar TRIADA DE LA MUERTE PALIATIVA.

Pueden ser unos signos clínicos, que nos explicó amablemente el médico de la unidad, unos signos ambientales, que describo muy acertadamente yo, o un factor determinante que puede acelerarlo.



Primero los signos clínicos. Si lo piensas tienen bastante sentido. Primero la fiebre. Tener fiebre siempre indica que algo falla, no sabes qué puede ser, puede no ser nada grave, pero algo va mal.
Luego la anuria, o ausencia casi total de producción de orina. Esto es un indicativo evidente de que los riñones no están haciendo lo que deberían, y eso ya sí que supone un problema.
Por último tenemos la apnea, que no es más que la interrupción transitoria de la respiración, que se recupera después de unos instantes.

Por separado pueden ser incluso inofensivas, pero juntas son indicación importante de que los órganos están empezando a fallar. Y en un paciente paliativo eso ya es premonitorio.


Luego yo, en mi infinita sabiduría y experiencia, he descrito 3 signos que son indicativo de que al paciente en concreto no le espera más de una semana de vida. De momento es infalible.


El primer signo que aparece es en la medicación, más concretamente en si se les pauta o no un infusor. Un infusor es un instrumento que se utiliza para que se administre medicación de forma continua durante un periodo de tiempo que puede variar. En nuestro caso se cambian cada 24 horas. En ellos se administra la morfina, junto con otros sedantes, analgésicos, antipsicóticos, diuréticos... todo ello diluido en suero para que el efecto no sea tan drástico.


El segundo signo en aparecer es la mudez, o la incapacidad de comunicarse verbalmente. Porque no pueden, no tienen fuerza o no están conscientes para hacerlo, la cuestión es que dejan de hablar. Y eso ya es importante.

El último signo, fundamental, drástico, trascendental, es el determinante de la situación que se avecina. Es, efectivamente, el cambio de habitación.
Dado el nivel de gravedad que implica algunos pacientes pasan directamente al fallecimiento sin sufrir el cambio de habitación.
Bueno lo explico porque suena un poco absurdo.
Las habitaciones del hospital son casi todas dobles, así que tanto pacientes como familiares comparten habitación. Ya es malo perder a un familiar en un hospital, pero tener que hacerlo con un paciente y su familia al lado es bastante incómodo. Más aún si el paciente de al lado está consciente y se entera de que su compañero acaba de morir. Tener que ver como lo pasan por delante suya... un poco raro, vaya.

Así que el cambio de habitación generalmente (no siempre) implica que el paciente va a fallecer próximamente y se le mueve a una habitación individual (si las hay disponibles) para que tenga más intimidad y sea menos incómodo para las otras familias y pacientes.

Así que cuando ves a un paciente que está siendo trasladado a una habitación individual ya sabes lo que le espera. Tú y todo el personal. Así que todos lo miran y piensan lo mismo. Es básicamente el paseo de la muerte.

Aunque estos signos suelen aparecer en una triada para ser definitorios, el más importante de ellos es el cambio de habitación, que puede ocurrir sin que los otros hayan tenido lugar, y tiene el mismo o más significado.

Pero al margen de estas dos triadas, existe algo que puede ser fatal para los pacientes. Algo mucho más horrible, grave y premonitorio. Se trata de la visita del "Ángel de la muerte".


No es superstición, ni espiritismos ni nada parecido.
Emulando a los sucesos de Anatomía de Grey, tenemos a nuestro propio 007 (licencia para matar) de la planta. Eso si es caché.
Se parece a estas noticias que hablan de gatos que entran en la habitación de un paciente que va a morir próximamente.
Nuestro Ángel de la muerte hace lo opuesto: su presencia en la habitación de un paciente desencadena la muerte de este. No es nada que haga o deje de hacer. Su mera presencia es suficiente. Incluso va por los pasillos con una capa negra y una guadaña. Bueno esto último es mentira (no como todo lo demás). Hay que decir que el vacile es importante.

Dejando de lado el humor es realmente impactante cuando tras pasar varias semanas en el hospital ves como los pacientes sufren un empeoramiento repentino y, pasando por las mismas etapas, llegan a su irremediable destino.

Preventiva en consulta.

En preventiva también se encargan de detectar la tuberculosis, o por lo menos de detectar nuevos casos. Para hacerlo te mandan a la consulta del piso de arriba, y allá vas tú de un lado para otro, buscando la puerta que es y preguntando a cualquier alma caritativa que se te cruza en el camino. Lo intentas primero con gente de pijama uniformada, pero como casi no ves a nadie te tenes que resignar, bajar tu orgullo y preguntarle al primero que ves, a ver si por suerte alguien sabe el lugar.


La tuberculosis es según la OMS: Una enfermedad infecciosa y una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial. Aunque parece una cosa terrible y muy grave, esta enfermedad es prevenible y curable. Se transmite a través del aire, cuando la persona infectada y contagiosa tose, estornuda o escupe; pero aunque una persona se infecte, la bacteria puede permanecer latente (inactiva) durante años. También es importante saber que las personas con mayor riesgo de enfermar de tuberculosis son los ancianos, los bebés y las personas inmunodeprimidas (VIH, quimioterapia, etc.).

En la consulta lo que se hace es el Mantoux y extracciones de sangre para el IGRA. Ambas son pruebas para detectar la tuberculosis. El Mantoux consiste en una inyección intradérmica de PPD, con la que se pretende detectar si la persona tuvo contacto con la bacteria que produce la tuberculosis, aunque en su defecto también puede dar reacción a las personas que pusieron la vacuna, llamada BCG. El IGRA es un análisis de sangre de la persona con riesgo de infección, una prueba mucho más exacta que el Mantoux.


Lo mejor de todo es cuando te dejan poner un Mantoux por primera vez, porque no sabes como se administra, y lo que haces es inclinar de más la aguja, por lo que en vez de intradérmica es subcutánea, y en ese momento quieres desaparecer. Tienes el consuelo de que a esa persona en particular le iba a dar negativo, según lo que te dice la enfermera que es la que tiene experiencia, así que, sin preocupaciones, aunque eso sí, la próxima vez tienes mucho más cuidado.


Enfermos enfermeros

Llegamos ya al final de nuestra quinta semana de prácticas con  un nivel de cansancio fuera de lo normal (ahora dormir 5 horas al día ya es rutina), que se suma a un acúmulo de diversas sensaciones que ejercen su efecto sobre nosotros.

Primero, la proximidad del invierno ha dejado su huella en nuestros organismos en forma de una gran variedad de enfermedades. De todos los tipos y niveles de gravedad que afectan a todos los ámbitos del personal sanitario sin excepción. Pero el más afectado acabas siendo tú mismo, con un trancazo de esos que marcan unas navidades.


Porque ya es malo estar enfermo, pero si aún por encima tienes que estar en un hospital es peor. Y ya si estás enfermo en un hospital pero estás trabajando sin que nadie cuide de ti eso ya es morirse (no literalmente, claro).

Llegas a primera hora y pasas de estar en la calle con apenas 10 grados a ese microclima típico de pasillo de hospital que nada tiene que envidiar al clima canario. Un calor asfixiante que hace que vayas chorreando mientras tomas constantes hasta el punto de llegar a marearte del calor. Luego a algún genio de la climatología se le ocurre abrir las salidas de emergencias para que los vientos glaciares nos recuerden la época del año en la que vivimos. Y tú pasas de estornudar a chorrear sudor cada vez que entras en una habitación.


A esto hay que sumarle, claro, el hecho de que tus fosas nasales han perdido todo rasgo de funcionalidad respiratoria, y ahora se dedican única y exclusivamente a amargarte la vida con una continua moquera. Así que todo el respeto y dignidad que te habías ganado en un mes y medio de prácticas lo pierdes en media mañana al ir estornudando a los pacientes en la cara y al parar a sonarte los mocos con una mano mientras tienes una aguja medio clavada en la otra.
Además, tu voz suena como un camionero afónico y se generan dudas sobre si estás enfermo o de resaca.

Claro que por si no fuera suficiente, te toca con la enfermera frenética. Cualquier día estarías encantado de tener toda esa acción por la mañana. Pero no hoy. Cuando ella está mirando intentas mantener la compostura y parecer que le sigues el ritmo como cualquier otro día, pero en cuanto deja de mirar vuelves a tu estado catatónico arrastrándote por los suelos en zigzag con una fuerza vital digna de paliativos. Y el pasillo te va pareciendo cada vez más largo...

Intentando llegar a la sala de descanso
Y aunque te estés muriendo quieres ser útil, hacer cosas y aprender, que para eso estás ahí. Y entonces te dicen que vayas a hacer algo en el preciso momento en el que sueltas un estornudo que hace eco en toda la planta, y te miran con pena y dicen "bueno, mejor ya voy yo...".

Todo esto te da pena porque estás a punto de acabar las prácticas y sabes que en el fondo (muy muy en el fondo) vas a acabar echándolo de menos, porque ha acabado siendo divertido y te lo has pasado bien con la gente que has conocido, así que prefieres aprovechar el tiempo que te queda. Pero en ese estado es complicado hacer cualquier cosa.
Así que al final decides que lo mejor es acabar el día cuanto antes e irte a tu casa a tumbarte para recuperarte durante el fin de semana y poder llegar a tu último día cargado de energía (que además tienen que ponerte la nota, y claro...).

See heaven's got a plan for you

Comenzamos fuerte el día. Otro fallecido al que había que hacerle un electro, pero creo que esta vez me impresionó más. Porque a esa misma persona el día anterior le estábamos haciendo las curas y no tenía mala pinta, esa pinta de que se va a ir de un momento a otro. Y es chocante, tal y como ya os expliqué anteriormente, esa fina y tan traspasable línea que nos separa de pasar al otro barrio. Es raro cuando vives tan cerca de la muerte, más que raro tal vez irónico. Y difícil. Más que difícil. Más todavía cuando tienes conocimiento de que esa persona ya no tiene salvación, de que sabes que va a allí para que no sufra, porque todo se vuelve frágil. La gente va a la universidad y les enseñan a construir casas, grandes edificios. Les enseñan matemáticas, idiomas, las leyes de la física o millones de reacciones químicas. Te explican cómo funciona una central eléctrica o cómo es capaz de volar un avión. Pero ninguna universidad te explica a cómo sobrellevar una muerte. Cuanto más sobrellevar más de una muerte por día. Porque vale que no son familiares, ni amigos, pero sí que se podrían considerar como conocidos. Pasas 7 horas al día con ellos, los acabas incluso conociendo, sabiendo de qué pie cojean, sabiendo si se quejan de vicio o porque realmente les duele algo. Y te choca. Como una señora mayor que llamó al timbre y fui a ver qué quería. Al parecer solo quería que la levantasen un poco de cama, y digo al parecer porque cuando acabé de ayudarla me agarró del brazo y me empezó a hablar. Lo que realmente quería era a alguien con quién hablar. Una señora super maja y muy amable que me llegó a preguntar por mi edad, pero no es la mía la que importa, era la suya. Noventa y cuatro años. Con la cabeza bien amueblada... "Para qué queres chegar a miña idade, para estar así tiradiña nunha cama", me dijo. Pero realmente es todo un logro tener esa edad y saber hablar razonadamente, o simplemente poder hablar. Que uno nunca está tan mal como se cree, que te puedes quejar de que tu vida es un asco pero siempre va a haber una peor. Esa señora pude comprobar más adelante que realmente es super positiva, que como todos los humanos tenemos un punto de flaqueza en el que nos dejamos llevar por la tristeza, por así decirlo, y así como conmigo se mostró como "apagada", al día siguiente fuimos los de prácticas a hacerle un electro y fue una persona muy diferente. O cambió de opinión sobre la vida o sabe fingir cuando hay más gente, que como dice mi madre muchas veces: "la procesión va por dentro". 

Aprendes a valorar a la gente, a ayudarla, porque la enfermería es más bien una universidad de la calle, autodidacta. Aprendes de otros enfermeros, de otros compañeros, pero también aprendes de miles de seres humanos que, tal vez, estén en el peor momento de sus vidas. Aprendes la diversidad de comportamientos humanos, aprendes a saber cómo tratar a cada persona. Aprendes que la vida es una oportunidad, y no hay más, y tú decides cómo aprovecharla. Pero eso sí, que nadie te robe el humor ni la oportunidad de continuar sonriendo. 


Peligro al volante

Estos últimos días de prácticas han sido muy intensos, parece como si los enfermos supieran que nos vamos y quisieran darnos más trabajo para tenernos allí más tiempo. Cosa que agradezco enormemente, porque yo tampoco me quería ir. Pero en esta entrada no voy a hablar de esto, lo voy a dejar para el final...
En esta entrada os voy a hablar de más motivos por los cuales ingresaron en la planta de NCR algunos de los pacientes nuevos que he tenido. 

Una de ellas es por traumatismos craneoencefálicos (TCE), por accidentes de tráfico principalmente. A causa del golpe el cráneo queda desfigurado y puede llegar a provocar daños graves en el encéfalo. Por eso, al llegar al hospital, es necesario que se les realice un TAC a los pacientes con TCE para detectar masas anormales como hematomas que son drenados para que no aumenten la presión intracraneal. Aproximadamente un tercio de los pacientes que sufren un TCE requieren de una craneotomía, que es una operación en la que se retira una parte del cráneo para poder acceder al encéfalo, y suele ser de urgencia.


Estos pacientes también pueden ser operados, una vez se detecta que no existen daños cerebrales, con una craneoplastia, que es la reconstrucción del cráneo desfigurado. A veces, si las piezas en las que se ha roto el cráneo son grandes puede reconstruirse utilizando parte de ellas, sin embargo cuando las piezas son muy pequeñas es necesario una reconstrucción total con otros biomateriales diferentes. 




En planta tenemos varios pacientes de estas características, y todos ellos tienen en común que es necesario la utilización de una sonda orogástrica, en lugar de nasogástrica (se introduce por la boca en lugar de por la nariz). Esto se debe a que debido a los daños craneales, acceder con una sonda a través de la nariz (que como supongo que algunos sabréis por anatomía, tiene huesitos muy delicados) es muy peligroso.

Otra operación que se les puede realizar a estos pacientes en el caso de que fuese preciso es una cirugía maxilofacial, que se trataría de la reconstrucción de la mandíbula, boca, dientes, cuello...

jueves, 17 de diciembre de 2015

Infecciones nosocomiales

Como dije en mi entrada anterior, la infección nosocomial es la infección contraída durante la estancia hospitalaria, pero no es el motivo del ingreso ni una causa secundaria de la patología por la que se ingresa. También es llamada infección intrahospitalaria, pero está demostrado que en la sanidad nos gusta darle vueltas a las cosas para que suenen raro pero que digan prácticamente lo mismo, ya que la palabra "nosocomial" viene del latín y significa "hospital de enfermos".

Lo normal es que sean las personas con el sistema inmunológico debilitado las que contraigan estas enfermedades, y el lugar en el que más infecciones de este tipo se producen es cuidados intensivos. También son destacables las especialidades quirúrgicas como práctica con la que también se pueden contraer porque conllevan mucho riesgo, ya sea por la mala esterilización del material, la mala asepsia del lugar, o la mayor exposición de la persona y del interior del cuerpo de esta.

Infecciones nosocomiales según localización


Algunos de los microorganismos infecciosos que pueden producirlas son:

-Bacterias:

  • Klebsiella pneumoniae: se transmite por el aire y produce infección de orina.
  • Escherichia coli: transmisión oral o fecal, produciendo colitis y/o fiebre alta.
  • Staphylococcus aureus: se transmite durante la convalecencia de la enfermedad, produciendo una infección de la piel.

-Hongos:

  • Candida albicans: también se transmite en la convalecencia, pero a diferencia del staphylococcus provoca problemas digestivos.
  • Aspergillus: se transmite en los lugares húmedos y provoca infección de oídos.

-Virus:

  • Rotavirus: Transmisible por vía oral o fecal y es el responsable de la gastroenteritis.

Gracias a todas las investigaciones y las medidas tomadas, cada año las infecciones nosocomiales disminuyen, mejorando así la calidad de los cuidados proporcionados a los pacientes.


Hongos, bacterias y demás bichillos

Las funciones de medicina preventiva son muchas y todas están encaminadas, como se pude deducir, a prevenir las enfermedades provocadas en los pacientes por la contaminación hospitalaria, que viene siendo controlar la ausencia de bacterias y hongos que pueden causar infecciones, vigilar el nivel que cloro presente en el agua, realizar el proceso de esterilización...

Parece una locura cuando te cuentan que un hombre vuelve a enfermar gravemente mientras está ingresado en el hospital, simplemente porque cogió un bolígrafo que alguien dejó en su mesilla y luego tosió y se llevó la mano a la boca en un intento de ser educado, pero suceden, y son las llamadas infecciones nosocomiales (infecciones contraídas durante la estancia hospitalaria y que no son el motivo de ingreso, ni secundarias a la patología por la que se ingresa). Aquí entonces la solución, como personas decentes que somos, está en limpiar concienzudamente el hospital y controlar sus niveles de bacterias, hongos y demás fauna.

Esta medición se realiza con unos aparatos que atrapan el aire y lo llevan hasta una placa que contiene hongos o bacterias, dependiendo de lo que se analice, favoreciendo así su multiplicación y cuantificación. Su colocación en la habitación del paciente, quirófano, o el sitio en el que se vaya a muestrear, es: una placa de bacterias y otra de hongos debajo de la salida del aire (rotulada luego con el nombre de "aire"), y una placa de bacterias y otra de hongos cerca del lugar en el que se encontrará habitualmente el paciente, que normalmente se sitúa en su mesilla (rotulada luego con el nombre de "paciente"). La duración de este proceso es de unos 10 minutos de funcionamiento, con el tiempo añadido que lleva colocar y recoger luego todo. Finalmente se registran las placas y se envían al laboratorio, en donde se pondrán en un lugar óptimo para su proliferación dentro de la placa. El resultado final se parece a esto:

       Placa con hongos                                  Placa con bacterias


Lo más gracioso de todo es cuando te mandan con la enfermera a hacer esta medición a una habitación de planta, de esas aisladas de las que escuchas hablar pero no sabías que realmente existían, y que resulta que llegas a la vez que el de mantenimiento que tiene que colocar el plástico que cubre la luz que se había roto. Obviamente no puedes hacer esta medición si la habitación contiene un mínimo de polvo o suciedad, ya que las bacterias y los hongos saldrían de la placa e inundarían el laboratorio. Luego te enteras que las enfermeras avisaron a mantenimiento a las 9 de la mañana, y no, no son las 9:05, son las 12:30 y el señor aún acaba de llegar, así que no te queda otra que recoger los cacharros del aire, dar media vuelta y volver a preventiva mientras les dices en planta que vuelves mañana y vas rezando para que la supervisora no se enfade porque, al fin y al cabo, no es culpa tuya ni tampoco del hospital.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Frenesí hematológico

Hay muchos días que cuando estás en las prácticas tienes la impresión de que lo que haces en las 7 horas que te pasas en el hospital podrías hacerlo en 5.
Otros días sin embargo te preguntas cómo es posible haber hecho tantas cosas en tan poco tiempo. Hoy fue uno de esos días.

Puede ser que esté debido en parte a la persona a la que tuve que seguir hoy. Y con seguir, me refiero a la enfermera. Y con enfermera me refiero obviamente al tipo de enfermera. Hace unos días expliqué con bastante acierto qué tipos de enfermeras hay en el hospital, algunas en mi unidad y otras no.
Hay una que sí está, que hoy estuvo y que acabó conmigo.
Me refiero, como no podía ser de otra manera, a la enfermera frenética.

Cuando tú llegas con los ojos todavía a medio abrir vas a firmar y estás más o menos así:

Y ella aparece y empieza a trabajar con tanta energía que desde tu punto de vista está tal que así:



Y claro, te notas cansado ya a mitad de semana, dando gracias una vez más por los pocos pacientes que tienes.
Pero poco a poco esa energía extra de la enfermera que no sabes muy bien de dónde sale se te va contagiando. Y allá vais los dos corriendo por el pasillo de una habitación a otra, entrando con sueros, saliendo con vías. No hay tiempo ni para entrar en boxes.
Tus compañeros se te quedan mirando asustados mientras vas sumando kilómetros a tus piernas sin apenas notarlo. El deber te llama y tu cerebro no tiene tiempo de decirte que estás destrozado.
Tienes 7 pacientes pero estás trabajando más que cuando hay 15. Porque casualmente TODO toca hacerse hoy. Todo lo pinchable tiene que pincharse hoy. Todas las pruebas tienen que hacerse hoy. Todo.

Una de las muchas cosas que tuvimos que hacer fue un análisis de sangre y una prueba cruzada. El análisis de sangre es sacar sangre. Sorpresa.
Pero en la unidad de cuidados paliativos cualquier prueba, por simple que sea, puede convertirse en una aventura. Hasta pinchar una glucemia.
Y para pinchar una vena a un paciente paliativo necesitas muchas cosas: pulso, suerte, sangre (en tu cerebro y en su cuerpo), el poder de la fuerza... Hace un mes tuvimos que sacar una vía y aún recuerdo el dulce chorrito de sangre que le salía. Debió de ser el único enfermo con sangre en toda la historia de paliativos.
Hoy nos dispusimos a sacar sangre al paciente, pero empiezas a mirarle los brazos y ya te vas dando cuenta de que no va a salir bien, así que miras a la enfermera con cara de "error 404, venas not found".



Un brazo está casi inutilizado. Vías, flebitis, venas endurecidas... Te da pena pincharle visto el mosaico que tiene, pero te pasas al otro brazo a ver si tienes más suerte. Y encuentras una vena/hilo. Miras al cielo pidiendo ayuda (al piso de arriba) y le pinchas.
Refluye sangre, pero nada más. Probablemente en esas venas hubiese 4 glóbulos rojos contados:
Remueves un poco la aguja (te duele solo de verlo) y parece que el chorro de sangre se intensifica. Pero era una falsa alarma. Vuelve a perder fuerza y se queda al nivel de fuente de parque atascada. No sabes si llamar a un médico o a un fontanero, pero allí sigues, ya sentado, mientras ves como los tubos se llenan con una lentitud asombrosa. Pero más asombroso es que alguien con tan poca vitalidad cardíaca se mantenga al pie del cañón.
Tras muchos, muchos (muchos) minutos terminamos de llenar los tubos. Con lo que sufrí yo cuando me pincharon si tengo que pasarme tanto tiempo así prefiero que me pinchen la anestesia y ya luego que me hagan lo que quieran.
Después se hace una prueba cruzada, que es básicamente mezclar la sangre del paciente con anticuerpos A y B y observar si estos se aglutinan o no. También se puede mezclar plasma del paciente con sangre de tipo A y B para ver la reacción. La sangre tipo A tiene anticuerpos anti-B y la sangre de tipo B tiene anticuerpos anti-A. La sangre AB no tiene anticuerpos de ese tipo y la tipo 0 tiene de los dos tipos. Tiene bastante sentido.

Tras pasar mucho tiempo recolectando sangre continuamos recorriendo el hospital.
Es uno de esos días en los que acabas agotado, pero a la vez contento de haber pasado la mañana trabajando.

Fuente: http://www.doctoralia.es/pruebamedica/pruebas+cruzadas-1118

Comienza la cuenta atrás

Llevo unos días más agotadores últimamente, que me sorprende siquiera que sea capaz de atinar pinchando. 

Último miércoles de estas prácticas y nada más llegar vemos mi compañera y yo que en el carro de paradas estaba el desfibrilador (o sea, que lo habían tenido que utilizar) y ya nos ves a ambas: 

Whaaaaaat, aquí ha pasado algo y nos lo hemos perdido :(

Y efectivamente, nada más entrar en el control nos contó un enfermero que hubo que realizar hasta una traqueotomía y que el paciente recién había bajado a UCI. Fue una pena no haber llegado antes y haberlo presenciado, porque también son cosas que hay que aprender, pero nunca sabes cuándo van a pasar.


Tomé todas mis tensiones y temperaturas y más incluso, después saqué toda la medicación y la dejé toda lista. Al acabar fui a ver cómo se hacían unas curas y a pinchar una analítica (que realmente la hizo la enfermera, porque el señor seguía durmiendo mientras se la hacíamos, yo sujetándole la mano para que no la moviese... trabajo en equipo). Al acabar, bajamos a la cafetería, pues ya era hora de nuestro descanso. Al volver, como siempre, repartimos toda la medicación y después hice las glucemias. Hubo que ponerle una vía nueva al señor que justo ingresó hoy, ya que la que tenía le estaba provocando flebitis, la cual consiste en la inflamación de las venas y suele ir acompañada de formación de coágulos de sangre en su interior. 

Luego fui sacando los sueros que se habían acabado, y me encuentro con una paciente (con la cual tenía un muy buen trato y siempre estaba ella toda sonriente) que estaba vestida ya de calle. Le pregunté si se iba ya, y me dijo que en cuanto le quitasen "esto" (refiriéndose a la vía). "Ya te lo vendré a quitar luego, que yo hasta que me den órdenes no hago nada", dije. Se rió y me fui. Al llegar al control la enfermera justo me mandó ir a quitársela y allí fui. "Ahora sí que me dieron órdenes". Quizá lo más doloroso de una vía no sea ponerla, sino quitarla, y con quitarla me refiero a despegarla. Todos los pacientes me ponen una cara de dolor... y la verdad es que te queda una bonita depilación. 
-"Está bien pegado", me dijo.
-"Es para que no se escape... la vía, no usted, eh", le contesté.
La señora soltó una carcajada, tal vez porque le hizo gracia, tal vez porque ya se iba a ir del hospital y eso siempre contenta a uno. Pero lo realmente humano fue cuando me dijo "ven aquí que te voy a dar un abrazo". Y me acerqué y me lo dio, con beso incluido, pero de estos abrazos que sabes que son de agradecimiento. A otros les llevan regalos, y a mi me regalan abrazos. La verdad es que no puedo pedir más. 

Tras eso, realicé la segunda toma de hemocultivos a una de mis pacientes (todo un éxito, o la suerte del principiante tal vez). Y ya cuando volví al control toda satisfecha, me dijo la super: "Esther, ¿tienes algo importante que hacer por ahí?". Pues no, no tenía más que hacer, así que me mandó ir de camarera por todo el pasillo preguntando el menú que preferían los pacientes para mañana. Es trabajo que suelen hacer las auxiliares, pero allí todos nos ayudamos y así adelantamos tareas. Aparte que tampoco fue tan aburrido como suena. Muchos eran indecisos, otros cambiaban de opinión porque el acompañante le sugería como mejor plato el otro... Aún me reí en ocasiones cuando cambiaban al otro plato. O del "listillo" que me dijo que quería las dos opciones. 

Winter is coming

Hace unos días comentaba con cierto desánimo como nos íbamos acercando cada vez más a las navidades y como en la unidad de cuidados paliativos la celebración se hacía notar bastante poco.
Pues bien, el tiempo me ha puesto en mi sitio, y aunque se ha hecho derogar, la navidad sí ha llegado a paliativos.

Ya te parece raro cuando llegas por la mañana y ves los pacientes que tienes. Pocos. Claro, lo más normal es pensar que han pasado a mejor vida teniendo en cuenta la definición de cuidados paliativos. Pero no, en la mayoría figura que se han ido a sus casas. Tanto de paliativos, como de media estancia, en los últimos días el índice de altas se ha multiplicado drásticamente, y aunque sí puedes pensar que hayan mejorado se te sigue haciendo raro esta sincronización de la salud.

Hoy me quedó bastante claro que esta mejoría de la salud generalizada se ha visto ligeramente adornada. Por todos, menos por los propios pacientes.
Porque guste admitirlo o no la gente en navidad quiere estar en sus casas con sus familias, no en un triste hospital que se cae a pedazos lúgubre y hostil. Así que los acompañantes, por lo general, intentan llevarse a sus familiares a casa para las fiestas. A otros el espíritu navideño se les acabó antes que la adolescencia y ven con terror el momento en el que tengan que volver a sus casas a cuidar de sus familiares moribundos. Pero no suele pasar (por suerte).
Estos familiares a veces se extralimitan en el deseo de celebrar la navidad en casa y te encuentras con contradicciones bastante interesantes del tipo:

Tú: - ¿Cómo pasó usted la noche?
Paciente: - Bueno... un poco regular porque a las 3 de la mañana tuve...
Familiar: - ¡Durmió de maravilla toda la noche seguida no se despertó ni una vez!

Mientras te dicen eso ponen una cara de falsa felicidad y alegría psicótica que parece que como no les tomes en serio el próximo ingreso en paliativos vas a ser tú.
Además de a las familias tienes a los médicos. Ya hablé en su momento de lo contentos que se ponen los pacientes y las familias el día que se van, pero lo que vi hoy es muy distinto.
Estábamos pasando visita como cualquier día y llegamos a la habitación de una paciente que siempre nos recibe alegre y con una sonrisa, sentada en su sofá y con un peinado envidiable. Es la señora guapa de paliativos.
La mirada lo dice todo
Tras dejar que el médico se pelee con las fechas, mira muy serio para la gráfica de la paciente, luego para la paciente, y comenta: "Hoy es 15. Mañana, miércoles 16". Mira muy fijamente a la señora y le suelta "¿Marchamos para casa entonces?". A todos nos sorprendió, pero a ella aún más. Cautelosa preguntó que si era lo que él creía conveniente allá se iría. Su sonrisa se fue extiendo, parecía que se llenaba de vida, y cuando al final dejamos la habitación estaba a punto de llorar de la emoción.
En esos momentos es imposible que la felicidad no se te contagie, y sales de allí despidiéndote con una sonrisa de oreja a oreja.

Al final del día, dada la escasez de pacientes decidimos que era el mejor momento para decorar el pasillo, así que nos pusimos manos a la obra.
Ahora la unidad tiene un árbol de navidad, con sus luces y todo, regalos (o lo que pretenden ser regalos), espumillón por todas partes y por supuesto el muñeco navideño que se pone a cantar esporádicamente con un ruido atroz acompañado de movimientos epilépticos. ¿Qué más se puede pedir?
Sin embargo no es el hecho de adornar, es lo que los adornos transmiten. Y la reacción cuando un familiar va por el pasillo y observa el esperpento que hemos montado es siempre la misma. Sonreír.

martes, 15 de diciembre de 2015

Higiene bucal y aspiración de secreciones

Como os comentaba antes, hay cosas de nuestro trabajo que no son agradables. A lo largo de las prácticas, y de tu vida laboral si te dedicas a esto, verás a multitud de enfermeras de todo tipo: aquellas que evitan a toda costa realizar este tipo de cuidados a no ser que sea totalmente necesario, aquellas que disfrutan con su trabajo y se esmeran en todo lo que hacen, aquellas que aunque en la vida diaria no son demasiado agradables tratan muy bien a los pacientes, y al contrario, aquellas que son muy agradables pero pasan un poco en algunas cosas... de todo, vamos.
Hago esta introducción porque hay días que realizo ciertos cuidados y días en los que no, dependiendo de la enfermera que me toque o de si es necesario.

Una de las cosas que hacemos casi diariamente es limpiarles la boca y aspirar las secreciones a los pacientes en coma o que no se pueden valer por sí mismos, porque las secreciones se acumulan y ellos no son capaces de eliminarlas mediante tos o expectoración. En este momento en realidad sólo tengo a dos pacientes así. 

Para limpiarles la boca se utilizan gasas, una pinzas Kocher de plástico y clorhexidina especial para la boca, que viene siendo un enjuague bucal. Con las tijeras se sujeta la gasa previamente empapada en este líquido rojo y se pasa por los dientes, el paladar, la lengua... incluso en los labios, porque en los pacientes que tienen respirador estos se secan mucho y se forman pieles que quedan sueltas. A estos pacientes también se les echa vaselina para hidratar los labios y que no se resequen tanto.














La aspiración se hace a través de una máquina de aspiración que tienen los pacientes al lado de la cama. Este equipo está formado por un compresor que hace vacío, y que succiona hacia una botella de recogida. Tiene un manómetro con un regulador que indica la presión a la que succiona, y un tubo que se acopla al catéter de succión. Este catéter tiene un orificio de ventilación que se tiene que tapar con el dedo para que succione (sería más o menos como una aspiradora).


Si antes decíamos que poner un enema era desagradable por el olor, este proceso es desagradable por el sonido. Además de que muchas veces a estos pacientes les dan arcadas por la presencia del tubo en la garganta. 


Este es el catéter que se uniría a la máquina, con su orificio de ventilación
Imagen del Hospital Meixoeiro de Vigo
Imagen del Hospital Meixoeiro de Vigo

Ups, cómo huele!

Desde luego hay cosas en nuestro trabajo que no son agradables. Está muy bien preparar la medicación, hacer las curas y pinchar vías, pero la enfermería también tiene su parte escatológica. La verdad es que en el primer año de carrera te lo dejan bastante claro, y a mí era una de las cosas que más me echaba para atrás a la hora de decidir si me gustaba o no esta profesión.
Ahora que lo he hecho obviamente sigue sin resultarme agradable, pero son cosas que hay que hacer y no es para tanto. 
Hablo por ejemplo de poner un enema. Mi compañera Esther ya ha hablado un poco de esto, pero yo me voy a extender un poco más.

Existen varios tipos de enemas, y son:
  • Enemas de limpieza, sirven para eliminar la materia fecal. Estimula el peristaltismo del colon y recto mediante su irritación o distensión al introducir el volumen de líquido.
  • Enemas lubricantes: lubrican las heces y las ablandan para facilitar su expulsión.
  • Enema terapéutico, se usa para administrar algún fármaco.
  • Enema diagnóstico, se administra una solución de bario para realizar alguna prueba diagnóstica.
Los que yo he visto usar hasta ahora han sido los dos primeros, porque existía una obstrucción de las heces que provocaba estreñimiento, y el terapéutico (lo hizo mi enfermera, así que no tengo ni la más remota idea de qué fármaco era, ni para qué), pero no he tenido la ocasión de colocar ninguno, y menos mal, porque lo de los olores no lo llevo demasiado bien todavía.

Pues bien, para poner un enema uno de los puntos importante es que el paciente se encuentre en decúbito lateral izquierdo o Sims izquierdo (tumbado hacia la izquierda, vaya), por la anatomía del intestino grueso, y si hay dificultad para introducir el enema, normalmente se usa una sonda rectal lubricada para introducirlo más profundamente (aprox. 7-10 cm).


Es una técnica algo desagradable, por los olores, y porque al retirar la sonda lo más probable es que salga acompañada de heces. Suele mancharse algo la cama, por eso se pone un salvacamas debajo, para evitar manchar lo máximo posible.

Se revolucionó el gallinero

Si hoy esperaba tener un día tranquilo, no lo fue para nada. De hecho, creo que fue el día que más cosas hice, de esto de incluso pensar: "por favor, parad de pedirme cosas". 

Comenzamos con las constantes, como siempre. Y al acabar había una analítica que realizar. Cuando cogimos la batea e íbamos todas tranquilas mi compañera de prácticas y yo a realizarla... vaya panorama nos encontramos en la habitación. En la última cama, la señora que había que pinchar, había un médico y tres enfermeras más una auxiliar, más un charco de sangre, más la cama de al lado manchada de sangre. Cuando nos acercamos quedamos boquiabiertas de lo que allí había: un corte en todo el gemelo, con las pieles incluso colgando. Mientras el médico le iba poniendo compresas llenas de betadine cubriendo toda la herida, nos explicó que tenía un hematoma, y por la noche reventó, manchando incluso la cama de al lado y dejando medio litro de sangre esparramada por el suelo. Pero ojo, el vendaje que le hizo sí que era un vendaje y lo demás son tonterías. "Tiene que sonar como un melón maduro", dijo. Capas y capas de algodón y de venda, vamos, que si algo quería escapar de allí dentro lo llevaba chungo, podías utilizar esa pierna hasta como de almohada, fíjate tú. Tras eso, le hicimos la analítica, y después una gasometría mi compañera y otra yo, a diferentes pacientes, claro, aunque no tengo yo muy claro que la sangre de la que yo pinché fuese arterial, pero ya os lo revelaré en la próxima entrada. 

Tras eso, bajamos a una pequeña reunión y de ahí al descanso. Subimos del descanso y repartimos la medicación y realizamos las glucemias, y como acabamos demasiado pronto, mi enfermera y yo nos pusimos a ayudar a otras enfermeras. La verdad, es que con el montón de pacientes aislados que hay normal que tarden tanto. Yo ayudé con las glucemias y vaya numerito, porque claro, tocas al paciente para pincharlo (siempre vestido adecuadamente y con guantes), y luego coges la maquinita para recoger la gota de sangre, AH, pero el guante ya está contaminado, entonces la maquinita también. Entonces sales, te quitas la capa esa protectora de vestimenta, pero no los guantes, porque sino a ver como coges la maquinita. Llegas al carro y las gasas no están a mano, Perfecto, haces malabares para quitarte un guante y abrir un paquete de gasas, echándole estirilium y limpiando como uno puede la máquina y luego anotas la glucemia. "Hay que ponerle 4 unidades de insulina". Venga, otra vez a vestirse y entrar, y hacer el mismo numerito. 



La verdad es que es un chollo y la pobre enfermera estaba sola, sin nadie que le ayudase (menos mal que fuimos nosotras como buenas personas que somos).

Cuando todo parecía relajarse, nos avisan de que un paciente se atragantara. Allí fuimos corriendo, fue la primera vez que corrí en el hospital. Al llegar a la habitación nos encontramos ya con la auxiliar casi preparada para hacer la maniobra de Heimlich, pero al ver que el paciente tosía y su aspecto mejoraba, no hizo falta hacer nada. Seguramente se le hubiese ido algo de comida o líquido por el conducto que no era. Menos mal que solo quedó en un pequeño susto.  

Pero qué suero tengo!

Estamos en la última semana de prácticas y que rápido se pasa el tiempo ahora... Acercándonos ya hacia el final de esta experiencia, puedo afirmar que una de las cosas de las que la mayoría acabaréis hasta las narices es purgar los sueros
Por las mañanas sólo suele hacerse para cargar la medicación necesaria, pero a veces, cuando tenemos tiempo libre, al igual que nuestros amigos del turno de tarde, solemos purgar varios pitufos (así se llaman también las bolsas de sueros), que quedan preparados por si hay alguna emergencia, para así ahorrar tiempo y trabajo a los que se ocupen del siguiente turno.

En los laboratorios de Fundamentos para la Enfermería probablemente os enseñen cómo hacerlo y os parecerá de lo más absurdo, y probablemente os lo llevaréis a vuestras casas al terminar, para hacer juego con la gran exposición de material robado que ya tendréis (realmente no os va a servir para nada, pero mola mucho tener cosas de hospital en casa).

Hay varios tipos de sueros, como por ejemplo:
  1. Los sueros con electrolitos: en los que encontramos el suero salino o fisiológico al 0'9%, que sirve para la hidratación y aumento del volumen sanguíneo; y el suero salino al 0'45%, que sirve para la dilución de la sangre.
  2. Los sueros glucosados: al 5% sirve para la hidratación y aporte de energía; al 10% es esencialmente para el aporte de energía en hipoglucemia leve; y al 30% es un gran aporte de energía en hipoglucemia severa.
  3. Sueros glucosalinos: al 0'2% y al 0'3%, para mantenimiento y rehidratación respectivamente.
Las bolsas de suero tienen dos aberturas en el inferior: una para inyectar la medicación con una aguja en el caso de que fuese necesario, y otra a la que se unen los sistemas de perfusión:


Bolsa de suero
+

Sistema de perfusión
=


Una vez unidos es cuando se purga. Simplemente consiste en dejar que el suero rellene el tubo hasta el final cerrando el sistema, deslizando hacia abajo el roller (la pieza azul que tiene el sistema), cuando comience a gotear, evitando que se pierda la menor cantidad posible de suero.

Solo ante el peligro

Comenzando ya la que podemos considerar como última semana de prácticas con un cansancio acumulado que empieza a alcanzar niveles preocupantes.
Aún habiéndonos acostumbrado a la rutina de todos los días el lunes sigue siendo lunes, con todo lo malo que ello conlleva.
Hoy descubrimos que el fin de semana fue de gran actividad en lo que a altas se refiere. Todo tipo de altas, claro. Vas analizando paciente por paciente para saber si se han ido a su casa... o si no.

Así que con un pasillo bastante más vacío de lo normal empezamos la jornada. A pesar de todo se agradece que se vacíen un poco las habitaciones (sí, aún sabiendo lo que significa que se vacíen) para no estar toda la mañana al límite. Al menos no hay retenciones de familiares en el pasillo ni tropiezos mientras vas cargado con medicación.



Tras la rutina de primera hora me entero de que mi enfermera (que hoy resultó ser la profesora tras muchas semanas sin saber nada de ella) iba a marcharse y me dejaba solo, indefenso, desprotegido, teniendo al cargo a sus pacientes.

Al preparar la medicación no supone un problema estar solo. Básicamente es jugar con un ordenador y sacar lo que haya que sacar. El programa no es precisamente el Super Mario, más bien diría que se quedó en un nivel de complejidad similar al snake.
Aún así hay que estar atentos, cualquier error en la medicación puede (aunque no suele) tener consecuencias catastróficas. Tanto para el paciente como para ti. Aunque mirándolo desde un lado positivo, de la cárcel se sale. Del cementerio no.

Ya una vez listas las drogas, pasas la visita. Solo. Siendo constantemente atacado con preguntas sobre los pacientes que por lo general, no sabes responder. Y claro, eso supone un problema. Así que tiramos de inventiva y aquí no pasa nada.
También tienes que acordarte de todo lo que se diga. Porque luego confundes el paciente al que se le va a poner una vía central con el del enema y no sé yo quién sale más perjudicado. Y ya si entramos en temas de fármacos sí que nos perdemos... "al paciente de la 24 se le quita la brfsffr...".

Luego deberías tener un momento para poder respirar y escabullirte a la sala de descanso a picar lo primero que te encuentres. Y lo segundo también. Pero empiezan a llamar para hacer curas y repartir apósitos a punta pala. Yo no me explico qué leches hace la gente con sus familiares en sus casas para que tengan una úlcera del tamaño de una tartera y no se hayan enterado. Prefiero no pensarlo.
Así que ahí tienes que ir tú a meter la mano (el brazo y el hombro) dentro de un paciente sin tener ni idea de qué le vas a echar. Porque mira que hay geles. Si por mi fuera echaba una cremita hidratante, que eso va bien para todo. Pero hay que ser serios y echar los hidrogeles, los aquageles, los geles tipo planta y los pikachu-geles. Y luego los apósitos, que eso ya es otra historia, porque entre apósitos de plata y de cobre ya no sabes si estás curando a un paciente o gestionando la economía de un poblado chabolista.

Después de todo eso, casi puedes dar por terminada tu jornada. En parte porque tienes casi la mitad de pacientes que la semana pasada, y eso se nota.
A pesar de todo, el ver que te dejan solo y que tienen la confianza para hacerlo, y sobre todo, que sobrevives a quedarte solo te hace sentirte realizado, además de que por primera vez en muchos meses sientes que sí, que por fin has aprendido cosas sin que se te hayan olvidado en dos días.