lunes, 21 de diciembre de 2015

A typical day in...digestivo

Ya se comentaba días atrás en este blog, pero debo reafirmarlo, los lunes no están hechos para coger vías.

Un lunes las venas se esconden, menguan y se hacen imposibles de pinchar, eso o que todas las personas con malas venas se ponen de acuerdo para hacerte aún más complicado el primer día de semana. Aunque también cabe la posibilidad de que tú no tienes las ganas necesarias ni la fuerza de voluntad propia de los viernes, que también se deben controlar, porque con esas atraviesas vena, hueso y el brazo entero si no te das cuenta.

Tu cara de lunes por la mañana

Aparte de las vías también está el tema de la llegada de medicación, que tarda mucho más de lo normal. Hay que reconocer que a veces lo agradeces, ya que tienes tiempo más que de sobra para acomodar a todas las personas, pesarlas, mirar la tensión, la frecuencia cardíaca, la temperatura, poner las vías y empezar con la premedicación. Pero normalmente eso no lo piensas, porque lo que te interesa es salir a una hora razonable y poder comer a la hora de las personas normales, y no hacer una mezcla de horarios que no sabes si comes, meriendas o incluso si desayunas. Luego dicen que se deben realizar 5 comidas diarias, algo imposible en la vida enfermera.

Una vez terminados todas las medicaciones, hay un parón grande, en el que tranquilamente pueden llegar 50, como no venir nadie. Hoy fue de los segundos, por lo que aprovechamos para ir a la lavandería a cambiar un uniforme, aunque solo fuese por salir de allí y hacer algo. Resulta que la lavandería, está en el piso -5, lo que significa que si vas por un ascensor normal de los de la entrada solo llegas al -2, y si vas por los de ir a planta, solamente al -4, así que la ubicación de la lavandería es un misterio.


Entonces acompañas a la enfermera, y te lleva por atajos y lugares por los que tú nuca irías, más que nada porque tienen un cartel de "personal autorizado" en la puerta, pero claro, tú ya eres personal autorizado aunque solamente sean 5 semanas de autorización y de prácticas. El camino finaliza delante de un ascensor apartado de cualquier lado, ese que parece el típico ascensor de las películas de miedo pero que, sin embargo, llega a las -5, y no tienes otra opción. En la -5 la sensación de película de terror no decae: paredes de cemento, frío típico de la Antártida y tuberías al descubierto por todos lados. Por suerte sales de allí sin más problema que el del límite de una hipotermia, problema que se resuelve rápidamente al llegar a la consulta, cuyas temperaturas pueden llegar al modo de sabana Africana.