miércoles, 16 de diciembre de 2015

Winter is coming

Hace unos días comentaba con cierto desánimo como nos íbamos acercando cada vez más a las navidades y como en la unidad de cuidados paliativos la celebración se hacía notar bastante poco.
Pues bien, el tiempo me ha puesto en mi sitio, y aunque se ha hecho derogar, la navidad sí ha llegado a paliativos.

Ya te parece raro cuando llegas por la mañana y ves los pacientes que tienes. Pocos. Claro, lo más normal es pensar que han pasado a mejor vida teniendo en cuenta la definición de cuidados paliativos. Pero no, en la mayoría figura que se han ido a sus casas. Tanto de paliativos, como de media estancia, en los últimos días el índice de altas se ha multiplicado drásticamente, y aunque sí puedes pensar que hayan mejorado se te sigue haciendo raro esta sincronización de la salud.

Hoy me quedó bastante claro que esta mejoría de la salud generalizada se ha visto ligeramente adornada. Por todos, menos por los propios pacientes.
Porque guste admitirlo o no la gente en navidad quiere estar en sus casas con sus familias, no en un triste hospital que se cae a pedazos lúgubre y hostil. Así que los acompañantes, por lo general, intentan llevarse a sus familiares a casa para las fiestas. A otros el espíritu navideño se les acabó antes que la adolescencia y ven con terror el momento en el que tengan que volver a sus casas a cuidar de sus familiares moribundos. Pero no suele pasar (por suerte).
Estos familiares a veces se extralimitan en el deseo de celebrar la navidad en casa y te encuentras con contradicciones bastante interesantes del tipo:

Tú: - ¿Cómo pasó usted la noche?
Paciente: - Bueno... un poco regular porque a las 3 de la mañana tuve...
Familiar: - ¡Durmió de maravilla toda la noche seguida no se despertó ni una vez!

Mientras te dicen eso ponen una cara de falsa felicidad y alegría psicótica que parece que como no les tomes en serio el próximo ingreso en paliativos vas a ser tú.
Además de a las familias tienes a los médicos. Ya hablé en su momento de lo contentos que se ponen los pacientes y las familias el día que se van, pero lo que vi hoy es muy distinto.
Estábamos pasando visita como cualquier día y llegamos a la habitación de una paciente que siempre nos recibe alegre y con una sonrisa, sentada en su sofá y con un peinado envidiable. Es la señora guapa de paliativos.
La mirada lo dice todo
Tras dejar que el médico se pelee con las fechas, mira muy serio para la gráfica de la paciente, luego para la paciente, y comenta: "Hoy es 15. Mañana, miércoles 16". Mira muy fijamente a la señora y le suelta "¿Marchamos para casa entonces?". A todos nos sorprendió, pero a ella aún más. Cautelosa preguntó que si era lo que él creía conveniente allá se iría. Su sonrisa se fue extiendo, parecía que se llenaba de vida, y cuando al final dejamos la habitación estaba a punto de llorar de la emoción.
En esos momentos es imposible que la felicidad no se te contagie, y sales de allí despidiéndote con una sonrisa de oreja a oreja.

Al final del día, dada la escasez de pacientes decidimos que era el mejor momento para decorar el pasillo, así que nos pusimos manos a la obra.
Ahora la unidad tiene un árbol de navidad, con sus luces y todo, regalos (o lo que pretenden ser regalos), espumillón por todas partes y por supuesto el muñeco navideño que se pone a cantar esporádicamente con un ruido atroz acompañado de movimientos epilépticos. ¿Qué más se puede pedir?
Sin embargo no es el hecho de adornar, es lo que los adornos transmiten. Y la reacción cuando un familiar va por el pasillo y observa el esperpento que hemos montado es siempre la misma. Sonreír.