Cuando te acostumbras a la vida hospitalaria el tiempo se pasa más rápido y la verdad es que es más divertido, supongo que porque pierdes vergüenza y ya te vas haciendo más a la idea de que así será tu vida y más te vale que te guste. He de decir que tampoco me cuesta tanto como antes tomar las constantes, de ir todos los días los pacientes ya se muestran más cooperativos y nada más entrar por la puerta ya me levantan el brazo para colocarle el manguito o el termómetro. A veces, y debido a los maravillosos recortes, te tienes que apañar con lo que hay, si es que hay, y sino rebuscas por las habitaciones por si la enfermera de guardia se olvidó algún aparatejo por ahí. El otro día fui con un tensiómetro nuevo, nuevo para mi obviamente, porque si era el único que quedaba libre era por algo. "Cuando lo cojas tienes que apretar por debajo la tapa", me dijo una enfermera. Yo fui dispuesta a la primera habitación a probar el nuevo juguete que se me había otorgado. No funcionó, era de esperar. Se lo volví a poner. Tampoco. Decidí ponérselo al paciente de al lado. Y funcionó. "Menos mal", pensé. Volví entonces al primer paciente y se lo volví a colocar... ERROR. Debía haber una maldición o es que algo del más allá no quería que le tomase la tensión a ese señor, que tú aun por encima que quieres probarle a la gente que porque estés de prácticas no significa que no sepas hacer nada, siempre hay algo que intentará demostrar que eres nulo para cualquier tarea, hasta para abrir un paquete de gasas.
"Cuando un paciente ve que eres de prácticas"
Cuando todo parecía ir yendo como un día normal, vino la supervisora a avisarnos a los tres de prácticas: "en un rato voy a hacer una broncoscopia arriba, si queréis venir". ¡Pues claro que queremos! ¡Excursión al piso de arriba! Nada más acabar nuestras tareas, allí fuimos los tres. Nos encontramos con nuestra supervisora, una celadora, una doctora y otra enfermera de otra planta. La paciente era una señora ya bastante mayor, había de tener unos 70 años o más, pero muy buena, no se quejó de nada, o igual fueron también los sedantes que le metieron a la pobre. Una broncoscopia consiste en un examen para visualizar las vías aéreas y determinar cualquier cosa extraña o anomalía que haya. En este caso, solamente se realizó para retirar tapones mucosos (es decir, moco) de las vías respiratorias para que pudiese respirar mejor. Dicha persona que se somete a esta prueba no debe comer ni beber nada en las 8-12 horas previas al examen ni tomar fármacos anticoagulantes.
Lo siguiente consiste en introducir (tal y como vemos en la imagen) una sonda bien lubricada. Puede ser introducida por la nariz, pero si es de gran grosor es mejor por la boca. Se le rocía un anestésico en la boca-garganta, así como también recibirá algún medicamento por vía intravenosa para que se relaje. Una vez introducida la sonda, el doctor/a dirige su dirección, y en una pantalla se va viendo por dónde pasa la sonda gracias a una microcámara que hay en la punta. Fue muy interesante ver cómo llegaba a una bifurcación (bronquio derecho-izquierdo), después venía otra bifurcación (bronquiolos), y otra, y otra, y otra, y cómo a medida que se encontraba moco la doctora pulsaba un botón del aparato y lo absorbía. La verdad es que te sentías hasta satisfecho, aún no habiendo hecho nada, de lo limpio que había quedado todo el recorrido realizado. Por muy desagradable que pueda sonar, tú estás pensando que lo haces por el bien de la otra persona, entonces ya no te lo parece tanto. Esa señora sé que si la volviésemos a ver siete horas más tarde nos lo agradecería, porque os prometo que no sé cómo podía respirar con tanto moco ahí dentro.
Hasta aquí el martes. Fue un buen día, bastante dinámico y nada aburrido, todo hay que decirlo. Y, una vez más, aquí os lo dejo para que lo disfrutéis.